Nº 7, Junio 2007 - Universidad de Murcia
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60<br />
Polly tiene siete años y mira a la calle<br />
a través <strong>de</strong> la ventana <strong>de</strong> su cuarto.<br />
Está con anginas, siente que la cabeza<br />
le pesa una barbaridad y hoy no ha<br />
ido al colegio. Se aburre mucho. Muchísimo.<br />
Intentando distraerse con<br />
algo, observa en silencio, <strong>de</strong> pie sobre<br />
la cama, cómo una chica joven reparte<br />
un periódico gratuito en una esquina<br />
muy concurrida. Arrecia el invierno,<br />
fuera hace frío y la gente va con prisa.<br />
Todavía es bastante temprano y el sol<br />
apenas ha <strong>de</strong>spuntado por encima <strong>de</strong><br />
los edificios <strong>de</strong>l otro lado <strong>de</strong>l parque.<br />
Algunos viandantes aceptan el periódico<br />
que la chica les tien<strong>de</strong> y otros<br />
rechazan el ofrecimiento. Los hay<br />
incluso que vuelven sobre sus pasos<br />
para hacerse con lo que han <strong>de</strong>jado<br />
pasar por distracción, sueño o titubeo.<br />
Tras el cristal <strong>de</strong> la ventana y con el<br />
abotargamiento <strong>de</strong> cabeza y oídos<br />
que tiene –seguro que la fiebre le ha<br />
subido-, Polly no pue<strong>de</strong> oír nada <strong>de</strong><br />
lo que suce<strong>de</strong> en la calle. En realidad,<br />
aunque estuviera a un metro <strong>de</strong> la<br />
repartidora, igualmente no escucharía<br />
nada porque nadie pronuncia una<br />
sola palabra. Ninguno hace siquiera<br />
a<strong>de</strong>mán <strong>de</strong> separar los labios.<br />
Con sorpresa y casi divertida, Polly<br />
<strong>de</strong>scubre que, por el lastimoso estado<br />
<strong>de</strong> su garganta, terriblemente irritada,<br />
tampoco ella pue<strong>de</strong> hablar realmente.<br />
Y en ese momento se le ocurre pensar<br />
que una extraña y <strong>de</strong>vastadora enfermedad<br />
muy contagiosa ha comenzado<br />
a propagarse por el planeta <strong>de</strong>sposeyendo<br />
a las personas <strong>de</strong>l principal<br />
rasgo que nos diferencia <strong>de</strong> los animales:<br />
la facultad <strong>de</strong> articular palabras,<br />
la capacidad <strong>de</strong> hablar, <strong>de</strong> comunicarnos<br />
los unos con los otros, en<br />
<strong>de</strong>finitiva.<br />
El mundo se convertirá en un lugar<br />
muy triste, piensa Polly. Por <strong>de</strong> pronto,<br />
adiós a la tele. A<strong>de</strong>más, ya nunca se<br />
escuchará a nadie cantar y <strong>de</strong>saparecerán<br />
también el cine y el teatro y<br />
hasta las funciones <strong>de</strong> títeres <strong>de</strong> los<br />
domingos en el parque. Al no po<strong>de</strong>r<br />
hablar, a Polly le será imposible contarle<br />
al médico que ya se encuentra<br />
mejor y él no podrá <strong>de</strong>cirle que está<br />
curada <strong>de</strong>l todo ni darle permiso para<br />
volver al colegio. Estará entonces con<strong>de</strong>nada<br />
a pasar el resto <strong>de</strong> su vida en<br />
la cama, encerrada en su casa sin po<strong>de</strong>r<br />
salir a jugar. Y tampoco podrá<br />
chillar pidiendo ayuda porque ya nadie<br />
será capaz <strong>de</strong> gritar nunca más y<br />
ni siquiera podrá recurrir a llamar por<br />
teléfono o encargar una pizza para<br />
Jóvenes E