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29 Macbeth

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el primer paso...<br />

EL PRIMER PASO HACIA LA MADUREZ VERDIANA<br />

Escultura romana de Hécate,<br />

triple cuerpo, copia de un original<br />

griego. Museo Chiaramonti,<br />

Museos Vaticanos.<br />

La trágica y truculenta historia de <strong>Macbeth</strong>,<br />

general y asesino del rey Duncan de Escocia<br />

allá por el siglo XI, es la primera aproximación<br />

de Verdi al universo shakespeareano<br />

y punto de arranque de esa espléndida trilogía<br />

que se completa con Otello y Falstaff. Para<br />

algunos críticos y expertos verdianos se trataría,<br />

además, de la mejor de las composiciones<br />

verdianas basadas en Shakespeare, precisamente<br />

por ser la que más fielmente se atiene<br />

al texto original del dramaturgo de Stratfordupon-Avon.<br />

Si ya de por sí la tragedia original<br />

es de un descarnamiento inmisericorde, sin<br />

resquicio alguno para las nobles pasiones o<br />

para el amor, la relectura verdiana profundiza<br />

aún más en ese universo de maldad y ambiciones,<br />

con una música directa y salvaje y<br />

con una definición musical de los personajes<br />

y las situaciones rayana en el paroxismo. En<br />

un universo romántico como el del año 1847,<br />

fecha de su estreno, una ópera sin tenor principal<br />

y, sobre todo, “sin amor” (como dijo un<br />

gacetillero de la época) no pudo por menos<br />

que provocar reticencias y rechazos, más por<br />

parte de la crítica que del público, todo hay<br />

que decirlo. Sirva como muestra lo que opinaba<br />

en 1860 sobre <strong>Macbeth</strong> un anónimo columnista<br />

sevillano a quien descolocaban “lo<br />

repugnante del argumento” y “la poca flexibilidad<br />

de su música”; eran los años en que un<br />

crítico vallisoletano podía atreverse a decir<br />

que “el público de Valladolid, como la mayor<br />

parte de los de Italia y Francia, prefiere las<br />

óperas de la escuela del buen gusto a las del<br />

fecundo Verdi, cuya música excesivamente<br />

dramática arruina a los cantantes y no logra<br />

distraer el alma ni un sólo momento. Verdi<br />

verá pronto rechazadas de todos los teatros<br />

sus composiciones...”. Desde luego, no andaban<br />

sobrados de sensibilidad y perspicacia<br />

estos antecesores en la crítica operística. Y no<br />

sólo los españoles, porque el crítico florentino<br />

de Il Ricoglitore tildó a la nueva ópera de<br />

Verdi, tras su estreno, de vera porcheria.<br />

Tras el estreno, en marzo de 1846, de Attila,<br />

Verdi hizo planes de una nueva ópera para<br />

Nápoles, otra para París y otras dos para el editor<br />

Francesco Lucca. No obstante, una larga<br />

convalecencia le hizo posponer todo proyecto<br />

que le obligase a viajar, por lo que determinó<br />

concentrarse en la proposición recibida por<br />

Alessandro Lanari, empresario del Teatro della<br />

Pergola de Florencia. La nueva ópera sería<br />

presentada en el Carnaval del siguiente año y<br />

durante el verano de 1846 se comenzaron a<br />

barajar diversos argumentos para la misma:<br />

“el maestro está considerando tres posibles<br />

argumentos, <strong>Macbeth</strong>, Die Räuber (Schiller)<br />

y Die Ahnfrau (Grillparzer)”, escribiría Emanuele<br />

Muzio, entonces discípulo de Verdi, al

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