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Revista Educación y Ciudad - Edición número 20 - IDEP

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Investigación en Formación DocenteLas asimetrías fundantesHacia 1970, en plena ebullición de los movimientos socialesjuveniles en diferentes países del mundo occidental,proceso que tuviera en el famoso mayo del 68 francéssu máximo emergente político y simbólico-, se publica ellibro Cultura y Compromiso de la eminente antropólogaMargaret Mead (Mead, <strong>20</strong>06). La alusión a la época esimportante ya que el momento en el que el libro se editano era irrelevante: esta obra de Mead se dedicó a indagarel problema de las rupturas generacionales (que era untema central del debate de los sesenta y de los sesenta) ylas condiciones sociales y culturales que deben acaecerpara que estas rupturas pudieren desarrollarse.El enorme valor de este libro se basa no solamente en laprofundidad de su análisis sino, especialmente, en lo estimulantede sus categorías, ya que, más allá de las cuatrodécadas pasadas desde su publicación, de la desaparicióndel entorno social y cultural que lo viera nacer y de laprobable decepción que trajo aparejada el inicial entusiasmosesentaiochista, el trabajo de Mead resulta una canterainagotable de pensamiento sobre infancias y juventudes,que trasciende enormemente la época en la cual y –posiblemente-para la cual fuera escrito. 1En el entramado de generaciones tras generaciones, existendiferencias respecto de cómo grandes y chicos articulanentre sí sus propias existencias. El caso de la culturaen la que existe una infancia subordinada a la guía y al cuidadoadulto es la que Margaret Mead denomina “culturaposfigurativa” (1986: 29 y ss).En estas sociedades, los chicos reciben desde el inicio desus vidas el conocimiento y la protección de sus mayores. Yese saber hacer para la vida que reciben ya desde el inicio,les sirve básicamente para su edad adulta, toda vez que loscambios que habrán reproducirse en la sociedad en cuestiónserán lentos, poco significativos y casi imperceptibles: lo quelos adultos trasmiten desde la más tierna infancia humana eslo que, con certeza, tendrá vigencia para toda la vida.Esta evidente legitimidad de la acción adulta propia de lacultura posfigurativa se resume en una práctica educacionalnuclear: “seguir el ejemplo”. Los más chicos siguen elejemplo de los mayores y así garantizarán el éxito de susacciones ulteriores ya que los siguiendo la guía, todo problemaque se presente habrá de resolverse satisfactoriamenteya que en estas culturas no hay (o hay muy pocos)situaciones radicalmente nuevas. La educación, por tanto,no es otra cosa que la consecuencia de la acumulaciónlineal y sin rupturas de experiencias y conocimientos porparte de las personas a lo largo de sus vidas: en las culturasposfigurativas, el monto de la experiencia social acumuladay atesorada a lo largo del tiempo permite tener unacosmovisión lúcida de la realidad lo que brinda una baserazonable para tomar decisiones adecuadas relativas a unfuturo que no habrá de ser demasiado diferente que elpasado.Así. En estas culturas de carácter posfigurativo, la experienciaacumulada por los mayores es la fuente incuestionablede la legitimidad adulta para comprender y gobernarla vida, como así también el instrumento social utilizadopara reproducirla y reforzarla. Es el paso del tiempo elque, genera las condiciones para e su acumulación por loque una mayor edad de una persona la torna más experientey por ende con una, mayor legitimidad para decidirpor sí y por los otros aún incapaces de decidir por sí mismos:los niños.Esto no significa que las culturas posfigurativas seanabsolutamente armónicas o exentas de conflictos. ParaMargaret Mead, en estas culturas suele ocurrir que en determinadomomento del crecimiento de los más jóvenes,estos se sienten con derecho a cuestionar la autoridad desus mayores y suelen hacerlo con dureza y ambición. Sinembargo esta etapa se supera puesto que, para la investigadora,la propia identidad cultural se refuerza con amenazasy castigos a los desafiantes que serán finalmenterefrendados por la persistencia de la cultura desafiada.(Mead, <strong>20</strong>06: 141 y ss).En las culturas posfigurativas la subordinación de las jóvenesgeneraciones a las generaciones mayores terminapor ser socialmente naturalizada: los más viejos saben1. Como toda gran obra, Cultura y Compromiso de Margaret Mead es hija legítima de su época, lo que explica el entusiasmo que laautora deja traslucir por los movimientos juveniles. De esta manera se explica su llamado final, cuando profetiza con entusiasmorevolucionario, juvenil y –por qué no- un poco hippie: “El futuro es ahora”.9

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