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Revista Educación y Ciudad - Edición número 20 - IDEP

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La subjetividad del maestro en ColombiaEvaluación docenteUna de las grandes dicotomías a las que se expone elmaestro es la autonomía, y se plantea como dicotomía entanto que como sujeto es formado bajo esquemas de heteronomíay cuando ejerce su profesión se le exige que obreautónomamente. En Colombia esta dinámica lleva consigola negación de la individualidad del maestro para ser vinculadobajo un concepto colectivo que demanda un análisismenos ligero.Como evaluador el maestro se encuentra en la capacidadde decidir que hacer con lo que aprendieron los estudiantes,incluso tiene la autoridad de clasificar, excluir, incluir a otrosdesde los instrumentos de evaluación gracias a la emisiónde juicios que puede hacer con base en unos parámetrosestablecidos, no siempre por sí mismo, sino, casi siempre,por agentes externos a su propia práctica, llámese Ministeriode educación o secretarías de educación. Esta situaciónse lee en esa vía con gran autoridad, pero evidenciando laabsoluta heteronomía frente a las decisiones sobre lo quehan de aprender los estudiantes.Más cuando se va a evaluar al docente la dimensión queadquiere la evaluación es bien distinta, según ellos, peroen la realidad persigue los mismos fines. Por ejemplo enColombia se ha intentado evaluar a los maestros oficialesdurante varias décadas, encontrándose alta resistencia através de los colectivos sindicales que le consideran injustoe innecesario; razón por la cual el Ministerio de educaciónreformó el Estatuto Docente y quienes a partir de <strong>20</strong>02 sehan vinculado a la educación oficial son evaluados paraverificar el cumplimiento de los fines de la evaluación dedocentes: Velar por el cumplimiento de los fines de la educación,Mejorar la calidad de la educación, Asegurar la mejorformación ética, intelectual y física de los educandos yEstimular el compromiso del educador con su desarrollopersonal y profesional (República de Colombia, <strong>20</strong>03: 7).La evaluación de los maestros se da entonces por la posibilidadde evaluar “la inteligencia, la personalidad, elrendimiento y !a moralidad como “hechos objetivos”, quepueden descubrirse y medirse con independencia de laspropias relaciones con la comunidad; la posesión de unacualidad consiste en ser tan propietario de la misma comode una raíz o mueble” (Popkewitz, 1994). Esta condiciónde poder evaluar a los docentes ha residido en el Estadoen la educación oficial y en los directivos de las institucionesprivadas. Conllevando al objetivación del docente ynegando su constitución particular como sujeto.Hoy se evalúa al maestro desde el afuera del aula, desdeel afuera de la escuela, desde otras condiciones que lodeterminan como funcionario, cumpliendo tareas en unformulario de ítems de tareas por cumplir, de supuestascompetencias detrás de las cuales hay una supuesta evidenciapara la promoción social y salarial; sino se ve estaevaluación como instrumento punitivo y sojuzgador paramantenerle o excluirlo de la escuela. Ya desde los añosochenta la UNESCO define unas nuevas competenciasdel profesor ante lo cual se afirma “al cambiar la imagendel profesor, de considerarle como fuente e impartidor deconocimientos a verlo como organizador y mediador delencuentro de aprendizaje, aparecen nuevas competenciasque deberán ser los componentes – o aspectos- dela nueva función docente. Estas competencias puedenagruparse, para nuestro propósito, bajo las categorías dediagnosis, respuesta, evaluación, relaciones personales,elaboración del currículo, responsabilidad social y administración”(Goble y Porter, 1980: 64).56

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