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La porcelana y el papel de china<br />
Necesitaremos unir a la imagen que nos proporciona el intelectual con<br />
apariencia de viudo prematuro y simpático, cargado de anécdotas apócrifas<br />
sobre personajes famosos, con el paradigma complementario de la mujer<br />
saltillense. Me permito una sugerencia. ¿Qué les parece la imagen de una<br />
inspectora de escuela primaria? Alguien como dorotea de la Fuente (1914-<br />
1998), una de las más ameritadas maestras del sistema educativo estatal,<br />
comparable únicamente con Candelaria Valdés Valdés (1907-2008),<br />
inspectora de la primera zona escolar federal.<br />
La imagen de dorotea de la Fuente con su impecable traje de falda y saco<br />
gris; el cabello blanquísimo, corto y esmeradamente peinado; los ojos azul<br />
celeste, enmarcados en unos lentes de mariposa, y una voz perfectamente<br />
timbrada y de dicción impecable que se le podía oír hasta el otro lado del<br />
patio de recreo (y sin micrófono). No puede dudarse de su absoluta entrega<br />
al magisterio: toda su vida permaneció soltera y llegó a ser diputada.<br />
¿Quieren más perfecta y acabada muestra de la feminidad saltillense que<br />
esta inexpugnable dama de hierro del sistema estatal de maestros?<br />
—Lo que diga dorotea, y punto —podríamos responder con esa frase que<br />
decían todos los que la conocieron.<br />
¿Quién no recuerda a sus profesores? Son seres imborrables. Lo contrario<br />
de esas imágenes petrificadas, grises, que a veces colocan en los anuarios.<br />
Cada maestro produce la sensación de estar siempre adentro de un libro.<br />
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