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Torri: miniaturas de orfebrería verbal<br />
Hablemos del maestro Julio Torri (1888-1970). de este escritor también se<br />
puede argumentar que salió muy joven de Saltillo y que buena parte de su<br />
formación y toda su carrera literaria se hicieron en la Ciudad de México.<br />
Tiene con todo algunos rasgos, tanto a nivel personal como de su obra<br />
literaria, que lo retratan como emblemáticamente saltillense. En primer<br />
lugar, el haber sido maestro de extranjeros en Escuelas de Verano con el<br />
consecuente riesgo que ello implica, que una solterona gringa de religión<br />
protestante se enamore de su maestro y quiera llevárselo a vivir a uno de<br />
esos apartados pueblos tejanos donde no se paran ni los zopilotes.<br />
Otro rasgo en el que Torri puede considerarse como emblemáticamente<br />
saltillense, aparte del hecho de que existan diversos testimonios de que<br />
era el maestro más soporífero del mundo, está en su vasta erudición que<br />
él prefirió aprovechar para asesorar a otros escritores y elaborar bellas<br />
ediciones, en contraste con su escasísima obra de creación literaria<br />
compuesta por textos en los que lo humorístico y lo irónico congenian sin<br />
problemas con la poesía.<br />
Hay un contraste muy marcado entre la caudalosa obra de Valle-Arizpe<br />
y la muy escasa de Torri, pero ese contraste se matiza cuando descubrimos<br />
que tiene el mismo origen: ambos eran lectores curiosos y muy exigentes.<br />
Con ese nivel de exigencia que siempre ha hecho que los escritores<br />
saltillenses de importancia sean figuras solitarias y aisladas que destacan<br />
en medio de un mar de gris mediocridad, del mismo modo en que la torre<br />
de la Catedral de Saltillo destaca en medio de las casas de adobe que la<br />
rodean.<br />
Cuando un gran artista surge en Saltillo, marca una pauta de tipo<br />
estilístico de la que después es muy difícil salir; sobre todo porque, como<br />
siempre ocurre, los seguidores, más que aprovechar los logros, exageran<br />
los defectos del original. Basta con pensar en la sensiblería lacrimógena<br />
de los seguidores de Acuña, el rebuscamiento pedante de los sucesores<br />
de Valle-Arizpe y la parquedad seudo ingeniosa de los sucesores de Torri,<br />
para no hablar de cosas peores.<br />
Conviene advertir que el surgimiento de estos grandes escritores está<br />
relacionado con un movimiento literario importante al que ellos supieron<br />
vincularse y del que se convirtieron en exponentes notables: Acuña, del<br />
romanticismo; Valle-Arizpe, del Colonialismo; Torri, del Ateneo de la<br />
Juventud y Otilio González del Nacionalismo Literario, surgido con la<br />
revolución Mexicana y cuyo exponente más importante fue ramón López<br />
Velarde.<br />
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