02.12.2012 Views

9e4b28_d3f8dc7899461f5b304192d675316762

9e4b28_d3f8dc7899461f5b304192d675316762

9e4b28_d3f8dc7899461f5b304192d675316762

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Eran ocho señoras de las más distinguidas de Puebla, algunas muy jóvenes,<br />

otras de una mediana edad; todas ellas guapísimas y elegantemente vestidas,<br />

pues pertenecían a lo más granado de la alta sociedad. El general<br />

las saludó correcta y amablemente y las invitó a sentarse en los mullidos<br />

sillones del amplio despacho en donde se encontraba. Ellas, acostumbradas<br />

al trato social, pronto iniciaron una cordial conversación, en la cual también<br />

el general Coss tenía caballerosas intervenciones y muy pronto la plática se<br />

hizo general. Animada por la cordialidad y confianza del ambiente, alguna<br />

de las damas le preguntó al general de dónde era él originario, pregunta a la<br />

cual contestó cortésmente. Otra de las damas se aventuró a preguntarle cual<br />

era su estado civil, a lo cual contestó, sonriente, con la verdad, haciendo una<br />

referencia amable a su señora esposa.<br />

Menudearon entonces las preguntas. Las damas todo lo querían saber del<br />

general. Que dónde había estudiado. Que cómo se inició en el movimiento<br />

revolucionario. Que cuántos hijos tenía. Bueno, indagaban las damas hasta<br />

las edades y sexos de los hijos del general. Pero Francisco Coss estaba de<br />

buen humor y contestaba, divertido y sonriente, a cuanta pregunta le hacían<br />

las damas. El asunto de referencia aún no se trataba, pues la reunión era tan<br />

amena que todas reían y charlaban animadamente.<br />

En un momento oportuno y advirtiendo el general Coss que aquella reunión<br />

se prolongaba y que él tenía algunos asuntos pendientes y no queriendo ser<br />

descortés, recargó su recia y elevada humanidad en el respaldo del sillón y<br />

con una expresión de cortés curiosidad, exclamó:<br />

—Creo, señoras, que ya ustedes me confesaron a su entera satisfacción<br />

—todas rieron alegremente y esperaron con ansiedad las palabras del<br />

general—. Ahora yo les haré a ustedes solamente una preguntita. Una preguntita<br />

sencilla, pero de mucho interés para mí, por lo que deseo que me<br />

digan la verdad…<br />

Todas las miradas se dirigieron hacia él, sonrientes y atrevidas, tratando de<br />

adivinar la pregunta, para lograr una mejor respuesta, ya que todas querían<br />

ser las participantes de aquel diálogo. damas inteligentes y perspicaces,<br />

estaban listas para dar la contestación adecuada.<br />

después de unos instantes de silencio, el general agregó:<br />

—¿Cuál de todas ustedes es la “queridilla” del señor obispo de Puebla?<br />

Obvio es decir que en esos mismos instantes terminó la agradable<br />

reunión y todas las damas abandonaron el despacho sin despedirse y con la<br />

indignación reflejada en los bellos rostros. 68<br />

Pudiera decirse que la anécdota es a los libros de historia lo que el cuento<br />

es a la novela. Hay quienes se atreverían a asegurar que algunas anécdotas<br />

son tan redondas y están tan bien narradas que podrían pasar por cuentos.<br />

Cuidado con caer en este cómodo engaño. Eso de que la anécdota casi<br />

puede ser un cuento es puro cuento. En la anécdota hay una calculada<br />

68 Tomada de “Un general en Sociales”, Victoria von Versen, La sonrisa de la historia. Anécdotas<br />

de la Revolución y de la política (Narraciones de Alberto Murguía), Grafo Print Editores,<br />

Monterrey, 1983, pp. 57-60.<br />

94

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!