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Pieza que después engarzó en oro. González Morales, es aquel muchacho<br />
que junto con el profesor Berrueto y rafael del río, visitara a Novo en la<br />
Ciudad de México para presenciar el ensayo de El Pasado. “No me consta<br />
—señala en el mencionado libro “El Nibelungo”, pero Héctor siempre<br />
ha amado la poesía, los objetos bellos, las cosas amables y los recuerdos<br />
gratos”. 107 ¿Qué tan grato puede ser un diente incrustado en oro en lugar<br />
de, como sería lógico, un diente tapado en oro? Afortunadamente para la<br />
posteridad, y desafortunadamente para la curiosidad odontológica, creo<br />
que los dientes fueron restituidos a su dentadura original y el caso no<br />
pasó a mayores. ¿Se imaginan al bardo de Saltillo, aparte de flaco, ojeroso,<br />
cansado y sin ilusiones, molacho? ¡Qué agravio para el último romántico<br />
de las letras mexicanas!<br />
En La vida en México, Novo resalta otro hecho importante. El autor de<br />
Sátira dejó en el granito de la tumba de Acuña una huella pedestre (la de<br />
su pie). 108<br />
107 Véase sobre el asunto a Federico González Náñez, Crónica de la cultura de Coahuila.<br />
Colección Nueva Imagen, Saltillo, Coahuila, 1975. Capítulo VII, pp. 119-138.<br />
108 La vida en México en el período presidencial de Miguel Alemán, pp. 409-411.<br />
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