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dieciocho días duró “la jira de agosto” (¿acaso homenaje involuntario<br />

a los 18 meses de gobierno de Cepeda dávila?). La troupe llegó por tren<br />

con técnicos, vestuario y utilería de Bellas Artes. Novo habla abiertamente<br />

sobre la problemática para presentar teatro en provincia. Como los teatros<br />

funcionaban como cines, los tramoyistas tenían que trabajar sólo por la<br />

mañana. Había que traer todo de la capital: telones, decorados, cortinas,<br />

etcétera. En nuestra ciudad, el gobierno había reparado el viejo teatro<br />

Saltillo y había vendido abonos para las cuatro funciones que se darían de<br />

El pasado. Novo tuvo que sufrir la terrible acústica al ensayar con su grupo<br />

en el auditorio de la Normal del Estado y por las tardes en la Sociedad<br />

Manuel Acuña, esa sociedad recreativa con billares, gran salón con foro y<br />

“patio español” que todavía hoy podemos visitar casi intacta.<br />

Salvador Novo voló de la capital a Monterrey el domingo 14 de agosto<br />

y se trasladó en coche a Saltillo, luego de las clásicas copas con amigos<br />

regios en el bar del Ancira. Allí tuvo noticias de que Carlitos Pellicer,<br />

quien estaba de regreso en México, había ganado el segundo premio en el<br />

concurso poético de Acuña. Más tarde, ya en Saltillo, siguieron los tragos<br />

con la farándula en el bar del Arizpe, donde estaban instaladas las mujeres.<br />

En el hotel de enfrente, el Urdiñola, estaban alojados los hombres. Novo,<br />

como es lógico, dudó en cuál de los dos quedarse. La arteaguense Beatriz<br />

Aguirre, quien encarnaba a la Eugenia-Margarita de El pasado y a quien<br />

Novo le propondría matrimonio posteriormente, no tuvo tanto problema:<br />

se fue a casa de unas tías y punto.<br />

de los restaurantes de la época, que no eran abundantes en Saltillo,<br />

Novo menciona el Guadalajara, que abría toda la noche con expendio de<br />

menudo; los merenderos frente al panteón, que funcionaban temprano;<br />

el Manhattan, en la esquina de la plaza Acuña y el Eno’s, que operaba<br />

dentro de la antigua terminal de los autobuses Monterrey-Saltillo por<br />

Padre Flores y Abbott, en pleno corazón de la ciudad. Hasta antes que se<br />

abriera la nueva Central de Autobuses, todo mundo acababa en el Eno’s<br />

con sus tristes huesos al final de un viaje o después de una borrachera,<br />

para volver a la vida con un inevitable plato de menudo.<br />

Novo habla de su amor a primera vista por Saltillo. Aparte de decir que<br />

la Alameda es hermosísima nos habla de esa fuente rodeada por bancas de<br />

azulejos, que se llamaba “de las ranas”, pero que tenía patos y el mismo<br />

origen alessiorróblico, ignoro lo que habrá querido decir con esto último,<br />

pero no importa. ¿Y después de la representación de El pasado? Siempre<br />

los brindis con sidra de El Álamo, el viñedo de Nazario Ortiz Garza, para<br />

rematar con la mise en escène en el teatro-cine Palacio, con Manuel<br />

Bernal, el célebre declamador de “El brindis del bohemio”, como Maestro<br />

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