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El Saltillo de Carmona<br />
después de este repaso un tanto informal, el texto que presentamos podría<br />
verse como el equivalente en palabras de una exposición de reliquias en<br />
un museo de historia y, al mismo tiempo, como una galería de retratos. No<br />
le pidan a este modesto curador de la posteridad local que sea exhaustivo<br />
y detallado. Las reliquias son las que conocen todos y los retratos no son<br />
pinturas al óleo ni murales, son apenas trazos esenciales, figuras dibujadas<br />
con líneas muy sencillas y de trazo rápido: el gesto y el ademán necesarios<br />
para saber quién es, qué hizo y en qué época vivió cada personaje. Mi<br />
esfuerzo está a mitad del camino entre los monumentos de los parques<br />
y las estampitas didácticas que adquieren los niños de primaria en las<br />
papelerías. He querido agregar —como una modesta aportación personal<br />
a nivel de estilo o de dato— un rasgo de simpatía, de solidaridad con el<br />
hombre de la calle y la vida de todos los días.<br />
En síntesis, la evolución histórica de la ciudad de Saltillo puede dividirse<br />
en varias etapas. La primera de ellas, como ya dijimos, se cerraría en 1920.<br />
después de esa fecha y hasta los años setenta del siglo pasado su imagen<br />
se mantuvo inalterable, al grado de que propició la aparición de las<br />
imágenes fotográficas de Víctor Carmona Flores (1890-1958) quien acaso<br />
sin proponérselo se ha convertido con el paso del tiempo en el fotógrafo de<br />
la ciudad. Los mexicanos que viven en el Otro Lado se rehúsan a comprar<br />
postales recientes y prefieren aquellas del Saltillo viejo, capturadas por<br />
la lente de Carmona. En Estados Unidos las muestran a sus amigos y<br />
conocidos quienes al ver en el extremo superior de las fotos el nombre del<br />
edificio, seguido de la leyenda AV Carmona, cuando visitan nuestra ciudad<br />
lo primero que preguntan es dónde queda la Avenida Carmona y muestran<br />
las postales, porque quieren ver los edificios. desafortunadamente esos<br />
edificios ya sólo existen en los negativos en vidrio que los hijos y nietos de<br />
AV Carmona guardan celosamente como herencia personal de la memoria<br />
colectiva de Saltillo.<br />
Carmona, hijo de un relojero y joyero que entre otras cosas se encargó<br />
del mantenimiento del reloj de Catedral, tuvo once hijos y convirtió el<br />
negocio de su padre en estudio y tienda de artículos fotográficos. resulta<br />
significativo que en sus vistas la ciudad aparezca casi deshabitada, o con<br />
un solitario habitante: él mismo. Sus descendientes comentan que esto tal<br />
vez se deba a que él intentaba descansar de su rutina de estar retratando<br />
personas en su estudio y prefería salir con su cámara los días posteriores<br />
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