Sobre las campanas de la Capilla hay otra leyenda. Cuando las estaban fundiendo en el atrio, se abrió paso una dama vestida de negro, solemne y silenciosa, seguida por cuatro sirvientes que portaban barras de oro y plata. Era doña Josefa quien, al llegar al crisol ardiente, depositó en él sus riquezas. Por eso la sonoridad extraordinaria de esas campanas: están hechas para que la capilla tuviese voces de oro desde el campanario. 22 Es un misterio hasta dónde llegó realmente la generosidad de doña Josefa. Así presentada, esta mujer da la impresión de ser una especie de diosa de la Fortuna, inspirada por un enorme fervor religioso, en un alarde de altruismo y generosidad. Hasta que de pronto recordamos un significativo detalle. donó los bienes que heredó de Bacilio Lizarrarás y Cuéllar, su esposo. Así son las mujeres. Nadie sabe para quién trabaja. (Cómo no, diría ella, ¿y dios?) En materia del culto al Santo Cristo existen dos imágenes. La ciudad, que en sus orígenes estaba dividida en la villa española y el pueblo de indios, parece que así sigue espiritualmente. El culto instaurado por Santos rojo, que data del siglo x v i, es castizo; mientras que el relacionado con el Santo Cristo que se venera en El Ojo de Agua, que data de la época porfiriana, tiene rasgos que son evidentemente indígenas, como lo demuestran las danzas tlaxcaltecas que no se parecen a otras danzas, también indígenas, pero dirigidas a devociones diferentes. Vale la pena hacer notar cómo los indígenas se volvieron a posicionar de sus cultos, a pesar del tiempo que ha transcurrido de que llegaron a la región y del acoso que padecieron, primero, de sus vecinos españoles y, después, al perder la protección del rey de España con el surgimiento del México independiente. Su persistencia admirable se compara a la de otras comunidades indígenas del país, aunque principalmente en la zona Centro Occidente el culto sea mariano. resultaría interesante que los etnólogos, los sociólogos y los antropólogos investigaran por qué en algunas zonas del país el culto religioso se apoya en imágenes femeninas y en otras regiones en imágenes masculinas. En el caso que nos ocupa, predomina el afán por la construcción de imágenes desmesuradas. Al final de la película Cabeza de Vaca (1990), de Nicolás Echeverría, una enorme cruz de plata es cargada por un contingente de soldados españoles de casco y armadura que avanza con lento y solemne paso marcial en mitad de la gigantesca nada del semidesierto coahuilense. 22 Vito Alessio Robles, Saltillo en la historia y en la leyenda, Talleres Tipográficos de Alfredo del Bosque, México, 1934, pp. 115-124. 38
Los indígenas prefirieron expresar su feligresía con elementos más telúricos, más naturales. El templo se alza cerca de un ojo de agua y las danzas inevitablemente nos remiten a los rituales de fertilidad. Son imágenes más llevaderas. Nada de abrumadoras procesiones, pesados viáticos o lentos papamóviles. 39
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