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Hersey, John ''Hiroshima''-Fr-En-Sp-Sp

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tr. de G. Belmont <strong>Hersey</strong>’s Hiroshima tr. de J. G. Vásquez tr. de A. T. Weylandfleurs Molotov avait pu faire tant de mal?done all this?cause todo esto? [46]haber hecho todo eso.Le docteur Fujii atteignit sa demeure familialeDr. Fujii reached his family’sdans la soirée. Elle était à huit kilomè-house in the evening. It was fivetres du centre de la ville : le toit s’était écroulé 5 miles from the center of town, butà l’intérieur de la maison, tous les carreaux its roof had fallen in and the windowsdes fenêtres étaient en miettes. [80]were all broken.El doctor Fujii llegó a la casa de sufamilia al atardecer. La casa estaba aocho kilómetros del centro de la ciudad,pero su techo se había caído y todoslos cristales estaban rotos.El doctor Fujii llegó a casa de su familiapor la noche. Distaba cinco millasdel centro de la ciudad, pero el techo sehabía hundido y todas las ventanas estabanrotas.Tout le jour, les gens ne cessèrentd’affluer dans le parc Asano. Cette 10propriété privée se trouvait assezloin du centre de l’explosion pourque ses bosquets de bambous, depins, de lauriers et d’érables fussentencore debout et que cotte verdure 15fût une invite aux réfugiés - eu partieparce qu’ils avaient la convictionque si les Américains revenaient, ilsne bombarderaient que les maisons ;en partie parce que le feuillage leur 20apparaissait comme un pôle de fraîcheuret de vie; et en partie aussi (àen croire certains) à cause d’un instinctirrésistible, d’un atavisme quiles poussait à se mettre à l’abri sous 25des arbres. Mme Nakamura et ses enfantsfurent parmi les premiers arrivéset s’installèrent dans le massifde bambous qui bordait la rivière.Tous quatre avaient très soif et burentà même l’eau courante. Ils30eurent aussitôt la nausée et se mirentà vomir; la nausée ne les quitta pasde la journée. Il en alla de mêmepour d’autres ; tous s’imaginèrent 35(probablement à cause [81] de laforte odeur d’ionisation, de ce cc relentd’électricité » que laissait l’actiondésintégrante de la bombe) quece qui les rendait malades, c’était un 40gaz projeté par les Américains.Quand le Père Kleinsorge et lesautres prêtres arrivèrent dans leparc, saluant d’un signe de tête leursamis en passant. les Nakamura 45étaient tous malades et prostrés. Unefemme, du nom d’Isawaki, voisine dela mission et assise non loin desNakamura, se leva pour demander auxprêtres si mieux valait rester où elle 50était ou les suivre. Le Père Kleinsorgelui répondit : cc Je ne sais pas très bienmoi-même où l’on est le plus en sûreté.» Elle resta donc où elle était, et plustard dans la journée, bien qu’elle ne 55portât aucune trace visible de blessure,mourut. Les prêtres continuèrent quelquetemps au bord de la rivière et s’installèrentparmi les fourrés. Le Père LaSalle s’étendit et s’endormit aussitôt. 60L’étudiant en théologie, qui étaitchaussé de pantoufles, avait emportéavec lui un baluchon de vêtements oùil avait empaqueté deux paires dechaussures en cuir. Lorsqu’il se fut 65assis avec les autres, il s’aperçut clacle baluchon s’était défait, clac deuxchaussures en étaient tombées en routeet qu’il ne lui [82 ] restait plus que deux70ALL DAY, people poured intoAsano Park. This private estatewas far enough awayfrom the explosion so that itsbamboos, pines, laurel, andmaples were still alive, andthe green place invitedrefugees—partly because theybelieved that if the Americanscame back, they would bomb onlybuildings; partly because the foliageseemed a center of coolness andlife, and the estate’s exquisitelyprecise rock gardens, with theirquiet pools and arching bridges,were very Japanese, normal, secure;and also partly (according to somewho were there) because of an irresistible,atavistic urge to hide underleaves. Mrs. Nakamura and her childrenwere among the first to arrive,and they settled in the bamboo grovenear the river. They all felt terriblythirsty, and they drank from theriver. At once they were nauseatedand began vomiting, and theyretched the whole day. Otherswere also nauseated; they allthought (probably because of thestrong odor of ionization, an “electricsmell” given off by the bomb’sfission) that they were sick from agas [47] the Americans haddropped. When Father Kleinsorgeand the other priests came into thepark, nodding to their friends asthey passed, the Nakamuras wereall sick and prostrate. A womannamed Iwasaki, who lived in theneighborhood of the mission andwho was sitting near the Nakamuras,got up and asked the priests if sheshould stay where she was or gowith them. Father Kleinsorge said,“I hardly know where the safestplace is.” She stayed there, andlater in the day, though she had novisible wounds or burns, she died.The priests went farther along theriver and settled down in someunderbrush. Father LaSalle laydown and went right to sleep. Thetheological student, who waswearing slippers, had carriedwith him a bundle of clothes, inwhich he had packed two pairs ofleather shoes. When he sat downwith the others, he found that thebundle had broken open and acouple of shoes had fallen out andnow he had only two lefts. He re-29La gente siguió llegando en tropelal parque Asano durante todo eldía. Esta propiedad privada estabaa una buena distancia de la explosión,y sus bambúes, pinos, laurelesy arces se habían mantenido con vida,y un lugar verde como ése era una invitaciónpara los refugiados: en parte porquecreían que si regresaban los norteamericanosbombardearían sólo edificios; enparte porque el follaje parecía un centrode frescura y vida, y los jardines de piedra,de una precisión exquisita, consus silenciosas piscinas y sus puentesarqueados, eran muy japoneses,normales, seguros; y en parte debidoa una urgencia irresistibley atávica de estar debajo de hojas.La señora Nakamura y sushijos estuvieron entre los primerosen llegar, y se instalaron enel bosquecillo de bambú cercadel río. Todos estaban sedientos,y bebieron agua del río. De inmediatosintieron náuseas y comenzarona vomitar, y todo el díasufrieron arcadas. Otros tuvieronnáuseas también; pensaron (probablementedebido al fuerte olor de laionización, un «olor eléctrico» producidopor la fisión de la bomba)que era un gas lanzado por los norteamericanoslo que los hacía sentirseenfermos. Cuando el padreKleinsorge y los otros sacerdotesllegaron al parque, saludando a susamigos al pasar, los Nakamura estabanenfermos y abatidos. Unamujer llamada Iwasaki, que vivía enla vecindad de la misión y estabasentada cerca de los Nakamura, selevantó y preguntó a los sacerdotessi debía quedarse donde estaba o ircon ellos. El padre Kleinsorge dijo:«No sé cuál sea el lugar más seguro».Ella se quedó donde estaba;más tarde, aunque no tenía ni heridasni quemaduras visibles, murió.[47] Los sacerdotes avanzaron juntoal río y se acomodaron entre unosarbustos. El padre La Salle se recostóe inmediatamente se quedódormido. El estudiante de teología,que llevaba sus sandalias puestas,había traído consigo un atado deropas en el cual había empacadodos pares de zapatos de cuero.Cuando se sentó con los demás, sepercató de que el atado se habíaroto y dos zapatos se habían perdido:ahora sólo le quedaban los dosDurante todo el día la gente se volcóen el parque Asano. Esta propiedadprivada estaba bastante lejosdel lugar de la explosión, de modoque los bambúes, los pinos, los laurelesy los plátanos vivían aún, y elverdor del lugar invitaba a losrefugiarlos... en parte porque éstoscreían que si los norteamericanos regresaban,bombardearían sólo losedificios; en parte porque el follajeparecía un centro de frescura y vida,y los exquisitamente delineados jardinesde rocas, con sus quietos estanquesy sus puentes curvados, eran muyjaponeses, normales, seguros; y tambiénen parte (según [56] algunos de losque estaban allí) a causa de un impulsoatávico e irresistible de esconderse bajoel follaje. La señora Nakamura y sus hijosse contaban entre los primeros enllegar, y se afincaron en la enramada debambúes cercana al río. Todos teníanmucha sed y bebieron del agua delrío. <strong>En</strong> el acto sintieron náuseas,comenzaron a vomitar y tuvieronarcadas todo el día. Había otras personastambién presas de náuseas; todospensaron (probablemente a causa delfuerte olor de ionización, un «olor eléctrico»producido por la fisión de la bomba)que estaban descompuestos a causade un gas arrojado por los norteamericanos.Cuando el padre Kleinsorge y losotros sacerdotes llegaron al parque, saludandoa sus amigos a medida que losencontraban, los Nakamura estaban todosenfermos y postrados. Una mujerllamada Isawaki, que vivía en la cercaníade la misión y que estaba sentadacerca de los Nakamura, se levantó y lespreguntó a los sacerdotes si debía quedarsedonde estaba o ir con ellos. El padreKleinsorge contestó:—Ni siquiera sé cuál es el lugar más seguro.La mujer se quedó donde estaba,y ese mismo día, aunque nopresentaba heridas o quemadurasvisibles, murió. Los sacerdotes siguieronremontando—, el río y sedetuvieron junto a unas malezas.El padre LaSalle se acostó y quedódormido. El estudiante de teología,que usaba zapatillas, llevabaconsigo un atado de ropa en elcual había incluido dos pares dezapatos de cuero. Cuando se sentócon los otros, descubrió que el atadose había abierto y que habían caídosdos zapatos, quedándole ahora otros dos,ambos del pie izquierdo. Volvió sobre sus

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