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Hersey, John ''Hiroshima''-Fr-En-Sp-Sp

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tr. de G. Belmont <strong>Hersey</strong>’s Hiroshima tr. de J. G. Vásquez tr. de A. T. WeylandIIIIIIIIIIII.DES INVESTIGATIONS SONT EN COURSDetails Are Being InvestigatedLOS DETALLES ESTÁN SIENDO INVESTIGADOSSE INVESTIGAN LOS DETALLESEARLY IN THE evening of theday the bomb exploded, a Japanesenaval launch moved slowly up anddown the seven rivers ofHiroshima. It stopped here andAu début de la soirée, le jour de l’explosionde la bombe, une chaloupe de la5marine japonaise parcourut lentement lessept bras de rivière, remontant, l’un, redescendantl’autre, s’arrêtant çà et làpour annoncer quelque chose, le long des 10lagunes encombrées de foules humaineset où gisaient les blessés par centaines, àla hauteur des ponts, où s’entassaientd’autres foules; et, pour finir, à la tombéedu crépuscule, en face du parc Asano. 15Un jeune homme se dressa à bord de lachaloupe et [93] cria dans un porte-voix: « Patience! Un navire-hôpital arrivepour s’occuper de vous! » La vue de cettechaloupe, projettant sa nette silhouette 20sur farrière-plan de désastre de la rive opposée,le spectacle de ce jeune hommeimpassible dans son uniforme impeccable,surtout la promesse d’une aide médicale- première parole laissant entrevoir 25un secours possible que l’on eût entenduedepuis près de douze effroyables heures- remontèrent considérablement lemoral des réfugiés du parc. MmeNakamura installa sa petite famille pour 30la nuit, dans la conviction qu’un docteurne tarderait pas à se montrer et à guérircette nausée qui n’en finissait plus. M.Tanimoto reprit son transfert de blessésd’une rive à l’autre. Le Père Kleinsorge 35s’étendit sur le sol, récita à voix basse leNotre Père et un Je vous salue, Marie,puis s’endormit aussitôt; mais à peinevenait-il de succomber ainsi, que MmeMurata, la consciencieuse femme de 40charge de la mission, le réveillait pour luidire : < Mon Père! Vous n’avez pas oubliéde dire vos prières du soir ? > Il réponditd’un ton plutôt bourru : « Bien sûr quenon « et essaya de se rendormir, sans y 45parvenir. C’était là, apparemment, exactement[95] ce que voulait Mme Murata.Elle se mit à bavarder avec le jeune prêtre,qui n’en pouvait plus de fatigue.L’une des questions qu’elle souleva fut 50de savoir quand, selon lui, les religieuxdu noviciat, auxquels il avait dépêché unmessager vers le milieu de l’agrès-midi,arriveraient, pour évacuer le Père supérieurLa Salle et le père Schiffer.55 and Father Schiffer.there to make an announcement—alongside the crowded sandspits,on which hundreds of woundedlay; at the bridges, on which otherswere crowded; and eventually,as twilight fell, opposite AsanoPark. A young officer stood up inthe launch and shouted through amegaphone, “Be patient! A navalhospital ship is coming to takecare of you!” The sight of the shipshapelaunch against the backgroundof the havoc across theriver; the unruffled young man inhis neat uniform; above all, thepromise of medical help—the firstword of possible succor anyonehad heard in nearly twelve awfulhours—cheered the people in thepark tremendously. Mrs. Nakamurasettled her family for the night withthe assurance that a doctor would[56] come and stop their retching.Mr. Tanimoto resumed ferrying thewounded across the river. FatherKleinsorge lay down and said theLord’s Prayer and a Hail Mary tohimself, and fell right asleep; butno sooner had he dropped off thanMrs. Murata, the conscientiousmission housekeeper, shook himand said, “Father Kleinsorge! Didyou remember to repeat yourevening prayers?” He answeredrather grumpily, “Of course,” andhe tried to go back to sleep butcould not. This, apparently, wasjust what Mrs. Murata wanted. Shebegan to chat with the exhaustedpriest. One of the questions sheraised was when he thought thepriests from the Novitiate, forwhom he had sent a messenger inmidafternoon, would arrive toevacuate Father Superior LaSalleLa mañana en que explotó labomba, muy temprano, una lanchanaval japonesa recorría lentamentey de arriba abajo los siete ríos deHiroshima. Se detenía aquí y allápara anunciar algo: a lo largo de losatestados bancos de arena, dondeyacían cientos de heridos; en lospuentes, donde otros más se agolpaban;y eventualmente, al caer latarde, enfrente del parque Asano.Un joven oficial se paraba en lalancha y gritaba a través de un megáfono:«¡Paciencia! ¡Un barcohospital vendrá a hacerse cargo deustedes!». La visión de la lanchalimpia y ordenada sobre el fondo deestragos; el joven sereno en su pulcrouniforme; y sobre todo la promesade ayuda médica —la primerapalabra de auxilio posible quehabían oído en casi doce horas—,todo ello levantó tremendamentelos ánimos de la gente del parque.La señora Nakamura acomodó a sufamilia para pasar la noche con laseguridad de que un doctor vendríay podría detener sus arcadas. El señorTanimoto reanudó los transportesde heridos a través del río. Elpadre Kleinsorge se recostó y rezóun padre nuestro y un ave maría porél mismo, y se durmió de inmediato;pero en ese mismo instante laseñora Murata, la diligente ama dellaves, lo sacudió y le dijo: «¡PadreKleinsorge! ¿Se ha acordado dedecir sus oraciones?». Él respondiómalhumoradamente: «Por supuesto»,y trató de volver a conciliar elsueño, sin lograrlo. Era como si esofuera exactamente lo que quería laseñora Murata, porque comenzó acon [55] versar con el exhausto sacerdote.Una de las preguntas quehizo fue cuándo llegarían los padresdel noviciado —a quienes elpadre Kleinsorge había mandadollamar a media tarde, por medio deun mensajero— para evacuar al padreLa Salle y al padre Schiffer.Al anochecer del día en que estallóla bomba, una lancha de la marinajaponesa navegó lentamente, remontandoy bajando, por los siete ríos deHiroshima. Aquí y allá se detenía parahacer un anuncio: a lo largo de loscolmados bancos de arena, en que yacíancientos de heridos; en los puentes,sobre los que se apretujaban otros.Finalmente, al caer la noche, se detuvoen el parque Asano. Un joven oficialse ponía de pie en la lancha y gritabapor un megáfono:—¡Tengan paciencia! ¡ Un buque—hospitalestá en camino para ocuparse de ustedes!La vista de la embarcación contrael fondo de ruinas del otro ladodel río, la serenidad del joven consu pulcro uniforme, y por sobre todola promesa de ayuda médica —primerapalabra acerca de un posiblesocorro que alguien había oído encasi doce horribles horas— alegrarontremendamente a la gente delparque. La señora Nakamura— acomodóa su familia para pasar la noche,con la seguridad de que un médicovendría y detendría sus vómitos.El señor Tanimoto reanudó eltransporte de heridos a través delrío. El padre Kleinsorge se acostó,murmuró un Padrenuestro y un AveMaría, y se quedó dormido; peroapenas lo había hecho, la señoraMurata, la consciente ama de llavesde la misión, lo sacudió y dijo:—¡Padre Kleinsorge! ¿Se acordó dedecir sus plegarias nocturnas?El sacerdote respondió, algo malhumorado:—Desde luego —y trató devolver a dormirse, pero no pudo.Aparentemente era esto lo quequería la señora Murata. Comenzóa darle charla al agotado sacerdote.Una de las preguntasque hizo fue cuándo creía queiban a llegar los sacerdotes [67]del Noviciado, a quienes él habíamandado buscar, para transportaral padre superior LaSalley al padre Schiffer.Le messager du Père Kleinsorge - l’étudiantTHE MESSENGER Fatheren théologie qui logeait naguère à la Kleinsorge had sent—the theologi-mission - était arrivé au noviciat, à quelquecal student who had been living atcinq kilomètres dans les collines, aux 60 the mission house—had arrived atenvirons de quatre heures et demie. Les the Novitiate, in the hills aboutseize prêtres qui se trouvaient là s’étaient three miles out, at half past four.employés à des travaux de sauvetage dans The sixteen priests there had beenles faubourgs de la ville ; ils s’étaient fait doing rescue work in the outskirts;beaucoup de souci pour leurs collègues qui 65 they had worried about their colleaguesétaient en ville, mais n’avaient su où niin the city but had notcomment les retrouver. Ils s’empressèrent known how or where to look foraussitôt de fabriquer deux civières à l’aide them. Now they hastily made twode perches et de planches, et une litters out of poles and boards, and7035El mensajero del padre Kleinsorge—el estudiante de teología que habíaestado viviendo en la misión— habíallegado a las colinas del noviciado, queestaban a casi cinco kilómetros de distancia,a las cuatro y media. Los dieciséissacerdotes del lugar habían estadohaciendo trabajos de rescate enlas afueras; se habían preocupado porsus colegas de la ciudad, pero no habíansabido cómo ni dónde empezar abuscarlos. Ahora se dieron prisa enarmar dos camillas con postes y ta-El mensajero que envió el padreKleinsorge —el estudiante de teologíaque vivía en la casa de. laMisión— había llegado al Noviciado,situado a unas tres millas, enlas colinas, a las cuatro y media.Los dieciséis sacerdotes que habitabanallí habían efectuado laboresde salvamento en las afueras; sepreocuparon por sus colegas de laciudad, pero no sabían cómo o dóndebuscarlos. Rápidamente hicierondos literas con tablas y cuer-

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