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Hersey, John ''Hiroshima''-Fr-En-Sp-Sp

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tr. de G. Belmont <strong>Hersey</strong>’s Hiroshima tr. de J. G. Vásquez tr. de A. T. Weylandle secret d’un journaliste japonais quiétait [131] passé au noviciat. La bomben’était pas le moins du monde unebombe; c’était une fine poussière demagnésium pulvérisée dans l’air 5au-dessus de la ville par un seul appareil,et qui avait fait explosion au contactdes fils à nu de la centrale électrique.cc Ce qui signifie, dit le docteurFujii, parfaitement satisfait de l’explicationpuisque après tout l’information10venait d’un journaliste, que c’est unearme qui n’est bonne que contre lesgrandes villes et en plein jour seulement,quand les lignes de trams et 15autres choses du même genre fonctionnent.»the best authority-that of a Japanesenewspaperman who haddropped in at the Novitiate. Thebomb was not a bomb at all; it wasa kind of fine [78] magnesiumpowder sprayed over the wholecity by a single plane, and it explodedwhen it came into contactwith the live wires of the citypower system. “That means,” saidDr. Fujii, perfectly satisfied,since after all the informationcame from a newspaperman,“that it can only be dropped onbig cities and only in the daytime,when the tram lines and soforth are in operation.”un periodista japonés que había llegadoal noviciado. La bomba, dijo,no era para nada una bomba; erauna especie de fino polvo demagnesio que habían rociado sobrela ciudad entera, y [74] que explotabaal entrar en contacto con loscables de alta tensión del sistemaeléctrico de la ciudad. «Eso quieredecir», dijo el doctor Fujii —perfectamentesatisfecho, pues la informaciónvenía de un periodista—,«que sólo puede ser usadacontra ciudades grandes y sólodurante el día, cuando las líneasdel tranvía y esas cosas estánfuncionando».El señor Tanimoto acudió en suayuda. Bajó a aquel refugio parecidoa una tumba y, cuando susojos se acostumbraron a la osculohabía confiado una autoridad: unperiodista japonés que había llegadoal Noviciado. La bomba no era ni porasomos una bomba: era una especiede fino polvo de magnesio desparramadosobre toda la ciudad por un soloaeroplano, y que estalló al tomar contactocon los cables del sistema eléctricode Hiroshima. [87]—Eso significa —dijo el doctorFujii, perfectamente satisfecho,pues la información provenía de unperiodistaque sólo puede ser arrojadoen las grandes ciudades y nadamás que durante las horas del día,cuando las líneas de tranvías y demásestán en funcionamiento.Après avoir, cinq jours durant, soignéles blessés du parc, M. Tanimoto revint, le 2011 août, sur l’emplacement de son presbytèreet se mit à fouiller dans les décombres.Il récupéra certaines archives personnelleset paroissiales qu’il avait tenues à jour dansde gros registres et dont les flammes 25n’avaient rongé que les bords, en mêmetemps que quelques ustensiles de cuisine etun peu de vaisselle. Alors qu’il [132] s’employaitde la sorte, une certaine MlleTanaka vint lui dire que son père avait demandéà le voir. M. Tanimoto avait de30bonnes raisons de détester le père de cettejeune personne, l’ancien directeur decompagnie de navigation qui, s’il faisaitgrand étalage de charité, était connu de 35notoriété publique pour son égoïsme et sacruauté, et qui, quelques jours avant lebombardement, avait déclaré ouvertementà plusieurs personnes que M. Tanimotoétait un espion à la solde des Américains. 40Souvent, il avait raillé le christianisme,affirmant que c’était une croyance indignedes vrais Japonais. Au moment del’explosion, M. Tanaka se trouvait dansla rue, devant la centrale de T.S.F. de la 45ville. Grièvement brûlé par l’éclair de labombe, il avait pu cependant rentrer àpied chez lui. Il s’était réfugié dans l’abride son Association de Quartier, et de là,avait fait l’impossible pour s’assurer une 50aide médicale quelconque. Il s’était attenduà voir tous les médecins de Hiroshimase précipiter à son chevet, tantétait vaste sa renommée d’homme richeet généreux. Quand nul docteur ne se présenta,furieux, il décida d’aller en cher-55cher un lui-même. S’appuyant sur le brasde sa fille, il fit à pied le tour [133] descliniques de la ville : toutes n’étaient plusque ruines. Il revint à l’abri où il se recoucha.A présent, il était extrêmement60faible et savait sa mort proche. Il étaitprêt à accepter le réconfort de n’importequelle religion.M. Tanimoto lui apporta les secoursde la sienne. Il descendit dans l’abrisépulcral où, lorsque ses yeux se furentfaits à (obscurité, il vit M. Tanaka,6570AFTER FIVE days of ministeringto the wounded in the park,Mr. Tanimoto returned, on August11th, to his parsonage and dugaround in the ruins. He retrievedsome diaries and church recordsthat had been kept in books andwere only charred around theedges, as well as some cookingutensils and pottery. While hewas at work, a Miss Tanaka cameand said that her father had beenasking for him. Mr. Tanimoto hadreason to hate her father, theretired shippingcompany officialwho, though he made a greatshow of his charity, was notoriouslyselfish and cruel, and who,just a few days before the bombing,had said openly to severalpeople that Mr. Tanimoto was aspy for the Americans. Severaltimes he had derided Christianityand called it un Japanese. Atthe moment of the bombing, Mr.Tanaka had been walking in thestreet in front of the city’s radiostation. He received serious flashburns, but he was able to walkhome. He took refuge in hisNeighborhood Association shelterand from there tried hard to getmedical aid. He expected all thedoctors of Hiroshima to come tohim, because [79] he was so richand so famous for giving his moneyaway. When none of them came, heangrily set out to look for them;leaning on his daughter’s arm, hewalked from private hospital to privatehospital, but all were in ruins,and he went back and lay down inthe shelter again. Now he was veryweak and knew he was going to die.He was willing to be comforted byany religion.Mr. Tanimoto went to help him.He descended into the tomblikeshelter and, when his eyes wereadjusted to the darkness, saw Mr.51El 11 de agosto, después de cincodías de ocuparse de los heridos en elparque, el señor Tanimoto regresó asu parroquia y se puso a escarbar enlas ruinas. Recuperó algunos diariosy registros de la iglesia que se llevabanen libros y que apenas se habíanquemado levemente en los bordes, ytambién algunos utensilios de cocinay piezas de cerámica. Mientrastrabajaba se le acercó una señoraTanaka cuyo padre había estado preguntandopor él. El señor Tanimototenía buenas razones para odiar a esehombre: era un oficial retirado deuna compañía transportadora que solíahacer ostentación de su caridadal tiempo que se comportaba de formanotoriamente egoísta y cruel, yque días antes de la bomba había acusadoen público al señor Tanimoto deser un espía de los norteamericanos.Varias veces había ridiculizado elcristianismo y lo había llamadoantijaponés. Cuando cayó la bomba,el señor Tanaka se encontraba caminandofrente a la estación de radiode la ciudad. Recibió serias quemaduras,pero fue capaz de llegar andandoa su casa. Se refugió en laAsociación de Vecinos y una vez allítrató de obtener ayuda médica. Estabaseguro de que todos los doctoresde Hiroshima vendrían a verlo: despuésde todo, él era un hombre rico,y famoso por regalar su dinero adiestra y siniestra. Cuando no vinonadie, él mismo salió a buscar ayuda;apoyado en el brazo de su hija,caminó de hospital privado en hospitalprivado, pero todos estaban enruinas, y tuvo que [75] regresar alrefugio. Ahora estaba muy débil, sabíaque iba a morir. Estaba dispuestoa que cualquier religión lo consolara.Después de cinco días de asistenciaa los heridos del parque, el señorTanimoto regresó, el 11 de agosto, asu parroquia, y excavó entre las ruinas.Rescató algunos diarios y registrosde la iglesia que habían quedadoguardados entre los libros, y que sóloestaban chamuscados en los bordes;también recogió utensilios de .cocinay cacharros de loza. Mientras estabatrabajando, una cierta señorita Tanakaentró y le dijo que su padre había estadopreguntando por él. El señorTanimoto tenía buenas razones paraodiar al padre de la señorita, el oficialretirado de la compañía de navegación,quien a pesar de la gran exhibiciónque hacía de su caridad era notoriamenteegoísta y cruel, y que unospocos días antes del bombardeo habíadicho abiertamente a quien quisiera escucharloque el señor Tanimoto era unespía de los norteamericanos. Variasveces había ridiculizado al cristianismo,llamándolo «no japonés». <strong>En</strong> el momentode la explosión, el señor Tanaka había estadocaminando por la calle, enfrente de laestación radiodifusora de la ciudad. Recibióquemaduras serias, pero pudo regresarcaminando a su casa. Se refugióen la Asociación Vecinal, ydesde allí trató de conseguir ayudamédica. Esperaba que todoslos médicos de Hiroshima acudiríana él, porque era rico y se habíahecho famoso al regalar su dinero.Cuando ninguno de ellos vino,se encolerizó y salió a buscarlos. Apoyadoen el brazo de su hija, anduvo declínica privada en clínica privada, perotodas estaban en ruinas, de modo quevolvió nuevamente [88] a su refugio yse acostó. Ahora estaba muy débil ysabía que iba a morir. Estaba ansiosopor recibir el consuelo de cualquierreligión.El señor Tanimoto fue a ayudarlo.Descendió al refugio, que másparecía una tumba, y cuando susojos se habituaron a la oscuridad

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