La sociedad del espectáculo
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<strong>La</strong> <strong>sociedad</strong> <strong>del</strong> <strong>espectáculo</strong><br />
Guy Debord<br />
177<br />
“El campo muestra justamente el hecho contrario, el aislamiento<br />
y la separación”. (<strong>La</strong> ideología alemana). El urbanismo que destruye<br />
las ciudades reconstituye un seudocampo, en el cual se han perdido<br />
tanto las referencias naturales <strong>del</strong> campo antiguo como las<br />
relaciones sociales directas y directamente puestas en cuestión de<br />
la ciudad histórica. Es un nuevo campesinado ficticio el que recrean<br />
las condiciones de hábitat y de control espectacular en el actual<br />
“territorio acondicionado”: la dispersión en el espacio y la mentalidad<br />
limitada, que siempre han impedido al campesinado emprender una<br />
acción independiente y afirmarse como potencia histórica creadora,<br />
vuelven a caracterizar a los productores –el movimiento de un mundo<br />
que ellos mismos fabrican quedando tan completamente fuera<br />
de su alcance como lo estaba el ritmo natural de los trabajos para<br />
la <strong>sociedad</strong> agraria. Pero cuando este campesinado, que fue la base<br />
inmóvil <strong>del</strong> “despotismo oriental” y cuya misma dispersión llamaba<br />
a la centralización burocrática, reaparece como producto de las<br />
condiciones de crecimiento de la burocratización estatal moderna,<br />
su apatía ha de ser ahora históricamente fabricada y mantenida: la<br />
ignorancia natural ha hecho lugar al <strong>espectáculo</strong> organizado <strong>del</strong><br />
error. <strong>La</strong>s “nuevas ciudades” <strong>del</strong> seudocampesinado tecnológico<br />
inscriben claramente en el terreno la ruptura con el tiempo histórico<br />
sobre el cual fueron construidas; su divisa puede ser: “Aquí nunca<br />
ocurrirá nada y nunca ha ocurrido nada”. Es muy evidente, debido<br />
a que la historia que debe librarse en las ciudades todavía no ha<br />
sido liberada, que las fuerzas de la ausencia histórica comienzan a<br />
componer su propio paisaje exclusivo.<br />
178<br />
<strong>La</strong> historia que amenaza a este mundo crepuscular es también la<br />
fuerza que puede someter el espacio al tiempo vivido. <strong>La</strong> revolución<br />
proletaria es esta crítica de la geografía humana a través de la cual los<br />
individuos y las comunidades deben construir los lugares y los acontecimientos<br />
que corresponden a la apropiación, no ya solamente<br />
de su trabajo, sino de su historia total. En este espacio movedizo <strong>del</strong><br />
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