La sociedad del espectáculo
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<strong>La</strong> <strong>sociedad</strong> <strong>del</strong> <strong>espectáculo</strong><br />
Guy Debord<br />
<strong>sociedad</strong> socialista; que sean los actores fieles al texto de una infi<strong>del</strong>idad<br />
ideológica. Pero la participación efectiva en esta mentira debe<br />
verse reconocida como una participación verídica. Ningún burócrata<br />
puede sostener individualmente su derecho al poder, pues probar<br />
que es un proletario socialista sería manifestarse como lo contrario<br />
de un burócrata; y probar que es un burócrata es imposible porque la<br />
verdad oficial de la burocracia es que no existe. Así, cada burócrata<br />
está en dependencia absoluta con una garantía central de la ideología<br />
que reconoce una participación colectiva de su “poder socialista” a<br />
todos los burócratas que no destruye. Aunque los burócratas tomados<br />
en conjunto deciden sobre todas las cosas, la cohesión de su propia<br />
clase no puede ser asegurada más que mediante la concentración de<br />
su poder terrorista en una sola persona. En esta persona reside la<br />
única verdad práctica de la mentira en el poder: la fijación indiscutible<br />
de su frontera siempre rectificada. Stalin decide sin apelación quién<br />
es finalmente burócrata poseedor; es decir, quién debe ser llamado<br />
“proletario en el poder” o bien “traidor a sueldo de Mikado y de Wall<br />
Street”. Los átomos burocráticos solo encuentran la esencia común<br />
de su derecho en la persona de Stalin. Él es el soberano <strong>del</strong> mundo<br />
que de esta forma se conoce como persona absoluta, para cuya<br />
conciencia no existe espíritu más elevado. “El soberano <strong>del</strong> mundo<br />
posee la conciencia efectiva de lo que él es –el poder universal de la<br />
efectividad– en la violencia destructiva que ejerce contra el Sí mismo<br />
de los sujetos que le hacen frente”. Es a la vez el poder que define el<br />
terreno de la dominación y “el poder que arrasa este terreno”.<br />
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Cuando la ideología, convertida en absoluta por la posesión<br />
<strong>del</strong> poder absoluto, se ha transformado de conocimiento parcelario<br />
en mentira totalitaria, el pensamiento de la historia ha sido<br />
anulado tan perfectamente que la historia misma, al nivel <strong>del</strong> conocimiento<br />
más empírico, no puede ya existir. <strong>La</strong> <strong>sociedad</strong> burocrática<br />
totalitaria vive en un presente perpetuo, donde todo lo que ha<br />
sucedido existe para ella solamente como un espacio accesible a<br />
su política. El proyecto, ya formulado por Napoleón, de “… dirigir<br />
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