La sociedad del espectáculo
XX6Mg
XX6Mg
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
<strong>La</strong> <strong>sociedad</strong> <strong>del</strong> <strong>espectáculo</strong><br />
Guy Debord<br />
una especie de doctrina-robot de la “brigada roja”, lúgubre caricatura<br />
de lo que supuestamente uno piensa y hace si preconiza la<br />
desaparición de este Estado, un lapsus <strong>del</strong> ordenador –pues hasta<br />
tal punto es verdad que esas máquinas dependen <strong>del</strong> inconsciente<br />
de quienes las programan– hizo que al único pseudoconcepto<br />
que la “brigada roja” viene repitiendo mecánicamente se le<br />
atribuyeran aquellas mismas siglas <strong>del</strong> SIM, que esta vez querían<br />
decir “Sociedad Internacional de las Multinacionales”. Ese SID,<br />
“bañado de sangre italiana”, tuvo que ser disuelto recientemente<br />
porque, como el Estado reconoce post festum, era este organismo el<br />
que desde 1969 había perpetrado directamente, la más larga serie<br />
de matanzas que se atribuían, según las estaciones <strong>del</strong> año, a los<br />
anarquistas, a los neofascistas o a los situacionistas. Ahora que la<br />
“brigada roja” está haciendo exactamente el mismo trabajo, y por<br />
una vez al menos con una eficacia operativa muy superior, evidentemente<br />
no la puede combatir porque está disuelta. En un servicio<br />
secreto que merezca ese nombre también la disolución es secreta.<br />
Así que no se puede distinguir qué proporción de sus efectivos ha<br />
sido destinada a un honorable retiro, qué otra ha sido asignada a<br />
la “brigada roja”, o tal vez prestada al sha de Irán para incendiar<br />
un cine de Abadán, y qué otra ha sido discretamente exterminada<br />
por un Estado probablemente indignado al saber que a veces se<br />
había ido más lejos de lo que estaba mandado, y <strong>del</strong> que se sabe que<br />
jamás vacilará en matar a los hijos de Bruto para hacer respetar sus<br />
leyes, desde que su negativa intransigente a considerar ni la menor<br />
concesión para salvar a Moro ha dado en fin la prueba de que poseía<br />
todas las firmes virtudes de la Roma republicana.<br />
Giorgio Bocca, que pasa por ser el mejor analista de la prensa<br />
italiana y que en 1975 fue el primero en dejarse engañar por el<br />
Informe verídico de Censor, arrastrando enseguida al mismo error<br />
a la nación entera, o cuando menos a aquel estrato cualificado que<br />
escribe en los periódicos, no se dejó desalentar <strong>del</strong> oficio por esa<br />
desventurada demostración de su estolidez. Tal vez sea para su bien<br />
que esta haya quedado comprobada entonces por tan científico experimento,<br />
pues de lo contrario se podría estar enteramente seguro<br />
22