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ENTORNOS DIGITALES Y POLÍTICAS EDUCATIVAS

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ocurrieron en los últimos tiempos, y de la creciente influencia que<br />

el universo mediático y mercantil fue imprimiendo en los modos de<br />

vida contemporáneos, la institución escolar se mantuvo bastante<br />

aislada de esa locuaz vertiente. Operando como una especie de<br />

refugio más o menos inmaculado, en el cual se operaba según otra<br />

lógica, la escuela se atrincheró como pudo para protegerse de las<br />

embestidas que invadían el espacio exterior. Hasta la publicidad,<br />

que casi todo lo ha impregnado, permanecía relativamente ajena<br />

a ese universo. Pero esa obstinación terminó motivando, precisamente,<br />

su mentada crisis actual. Entonces, ahora que finalmente<br />

se han abierto esas compuertas cansadas de resistir, ¿cuál será la<br />

función de los muros que todavía insisten en permanecer de pie? Si<br />

el dispositivo informático, con su conexión en red, logra afincarse<br />

y ocupar a sus anchas el espacio escolar, algo parece inevitable: el<br />

dispositivo pedagógico quedará anulado con el golpe de gracia del<br />

que se viene salvando a duras penas.<br />

Ya no hará falta derribar las paredes, saltar las cercas o escabullirse<br />

entre las rejas, ni siquiera gracias a la etérea coartada de<br />

los sueños o la imaginación, puesto que las antiguas potencias del<br />

confinamiento quedarían desactivadas por las ondas sin cables que<br />

lo atravesarán. Sin el menor forcejeo y con sigilosa “elegancia”,<br />

pero también sin posibilidad alguna de reacción. Queda claro, aquí,<br />

que nuestra tragedia ha dejado de ser la opresión del encierro y de<br />

la ley, simbolizada por figuras como las del profesor, el director, el<br />

padre, el panóptico, el reglamento, las amonestaciones, el boletín<br />

y las durísimas paredes que secuestraban rigurosamente el tiempo<br />

cotidiano de cada alumno. Si se admite ese desplazamiento,<br />

no cuesta constatar también que inclusive los recursos policiales<br />

incorporados a las computadoras de los docentes en este tipo de<br />

programas –así como las cámaras de seguridad que custodian los<br />

edificios escolares– no funcionan exactamente como el viejo panóptico<br />

descripto por Michel Foucault. Porque los nuevos métodos<br />

no se apoyan en la ley ni en la moral disciplinaria que rendía culto<br />

a la obediencia: por eso, bastará tan solo con encontrar la manera<br />

de burlarlos o esquivarlos, como meros obstáculos que son, para<br />

poder consumar todas las posibilidades de la conexión sin las restricciones<br />

heredadas de la cosmovisión analógica.

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