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Entre las películas de los primeros tiempos en las que Lee tiene papeles menores, se destacan
En Holmes y el collar de la muerte
Izq.: Otro rol célebre, interpretando Con Drácula podíamos imaginarlo, tras el alcance de la película anterior. Estos personajes
La extraña cita (1948), de Terence Young, y la adaptación que Laurence Olivier
(Terence Fisher, 1962). Un año
a Francisco Scaramanga, uno de
me han hecho famoso para el resto de mi vida, y me han abierto las puertas para interpretar
antes se había casado con la modelo
los más famosos rivales del agente
hizo de Hamlet el mismo año, donde comparte cartel con Peter Cushing, quien sería danesa Birgit Kroencke,
007, en El hombre de la pistola muchos otros papeles importantes (…). Yo siempre digo y repito que el papel de Drácula me
luego su compañero habitual en tramas terroríficas. Otras importantes de este período son
de oro (1974) dirigida por Guy colocó en órbita. A partir de él he interpretado todo tipo de villanos. Me los ofrecían en todas
Hamilton. Con Roger Moore en el
El hidalgo de los mares (1951) de Raoul Walsh, Moulin Rouge (1952) de John Huston
papel de James Bond. partes, y yo los aceptaba. Era mi profesión. Reconozco que cada Conde Drácula que hacía
y El temible burlón (1952) de Robert Siodmak. Su ponderada poliglotía lo ayuda a viajar
me encasillaba más en esos papeles de malo. Pero no me importaba. Karloff me dijo un día:
Der.: “Con Fu Manchú he tratado
e interpretar pequeños papeles en producciones de Austria, Suecia, España, Francia, Italia,
‘En nuestro trabajo es muy importante darse a conocer. No importa cómo. Hay que hacer
de presentar al público algo que
Estados Unidos y China. Pero los roles protagónicos y la fama tan anhelada llegan gracias
le sorprendiera, que no se lo cualquier cosa que te meta en la cabeza del público y que le dé placer. Si les das placer, el
a la mítica productora de su país, Hammer, con películas de terror como La maldición de
esperara. Todos mis malos tienen
mundo entero te conocerá. Y podrás trabajar siempre’. Gracias a sus palabras, nunca me ha
algo de diferente, pero insisto,
Frankenstein (1957). Tanto él como los productores se dan cuenta de que tiene que explotar
siempre son personajes tristes, faltado trabajo como actor de cabecera”. Fiel a los consejos dados por Karloff, Lee no solo los
la gravedad de su voz y su estampa. Y así lo hace cuando interpreta al sacerdote egipcio Kharis
solitarios”. pone en práctica durante toda su trayectoria artística sino que se encarga de hacerlos sonar
en La momia (1959) y, sobre todo, en Drácula (1959), donde apuesta a la intensidad de
su mirada oscura más que a su voz, ya que, desconforme con el guión, hace todo lo necesario
para hablar lo menos posible. La versión es exitosísima y lo coloca en el panteón de villanos
hasta el momento ocupado por Bela Lugosi y Boris Karloff. Años más tarde, rememora
esos tiempos con enorme gratitud hacia los monstruos y villanos que lo hicieron famoso:
“Pues la historia se resume así: un día (corría el año 1956) le hablaron de mí a los propietarios
de la productora Hammer. Habían transcurrido ya diez años desde que había iniciado mi
carrera. ¡Diez años! Una eternidad enquistado en lo más bajo de la profesión. En la Hammer
me ofrecieron el papel de la criatura de Frankenstein, rodada en 1957 por Terence Fisher.
Se fiaron de mi rostro, de mi experiencia, de mi talento para hacer el papel de la criatura. Y la
en las nuevas generaciones: “A los actores jóvenes siempre les digo –contó tan solo dos años
antes de morir–: ‘Hazlo lo mejor que puedas’. Es mejor ser profesional que tener talento.
He trabajado con los peores y los mejores directores. En varias ocasiones me he planteado
qué hacía yo en el plató. Sin embargo, nunca me he largado de un film, incluso cuando me
engañaron con los nombres de mis compañeros de reparto”.
Otros villanos memorables que interpreta, ya en la década del 60, son Fu Manchú, con los
films de Jeremy Summers, Jess Franco y Don Sharp: El regreso de Fu Manchú (1965),
Fu Manchú y el beso de la muerte (1968) y El castillo de Fu Manchú (1969) y Rasputín (1966),
también dirigida en 1996 por Sharp. “Con Drácula, Rasputín o Fu Manchú he pasado a la
historia del cine, me han servido para vivir con desahogo. Para mí, los malos producen piedad.
102 he encarnado con el resultado por todos conocido: un éxito mundial (…). Tras él, me llovieron
las ofertas. Y así llegó Drácula, también con la Hammer. Ya tenía nombre, experiencia y había
demostrado mi talento. Me faltaba la oportunidad, la suerte de encontrarme con un gran papel.
Y cuando esta ha llegado en forma, primero de Frankenstein y después de Drácula,
lo he aprovechado. Y en ellos he puesto en práctica lo que había aprendido en esos diez años
de ensayos: imaginación, invención, instinto. Tras estos personajes me he convertido en un
actor famoso. Todo el mundo conocía mi rostro, mi nombre. Así se inició mi carrera de actor
importante (…). Siempre he sido consciente del magnetismo, de la fuerza oculta de Drácula.
Es el menos perecedero de los mitos. ¿Por qué? Porque, al contrario de otros muchos mitos
que se descubren vacíos si uno trata de profundizar en ellos, el Rey de los Vampiros sigue
siendo misterioso. Lo que en él se sugiere de humano es tan potente como lo que se sugiere
de metafísico o demoníaco. El espanto, que en Drácula adquiere una consistencia física,
sigue siendo para nosotros lo bastante insondable como para que nos sensibilice respecto
de lo oculto. Es esta ambivalencia: hombre-demonio, lo que mantiene todavía la potencia
del personaje de Bram Stoker, discípulo de Poe, aun en tiempos de computadoras (…).
Drácula no envejece, es el más joven de los mitos. En nuestra época, su faceta atemporal es
uno de sus atributos principales (…). Yo no esperaba el éxito de Frankenstein. Nadie en la
Hammer lo esperaba. Llegó tras el estreno, primero en el Reino Unido y en Estados Unidos
después, donde alcanzó un éxito increíble. Éxito que se repetiría después en todo el mundo.
Todos los malos, las malas cosas que hacen están obligadas a hacerlas por ser malos. Los
caracteriza un cierto espíritu de tristeza. Siempre que he interpretado personajes malvados
he querido transmitir su tristeza, su soledad. Yo, cuando hago un papel, intento presentar al
público un personaje diferente a los otros que he interpretado. Trato de sorprenderle con él.
Las películas de malos, villanos o monstruos son como un cuento de hadas. Yo no quiero ser
convencional. Siempre busco papeles originales, diferentes (…). Con Fu Manchú he tratado
de presentar al público algo que le sorprendiera, que no se lo esperara. Todos mis malos
tienen algo de diferente, pero insisto, siempre son personajes tristes, solitarios”.
Hacer de malo no solo propicia una vida económicamente muy cómoda, sino que perpetúa
los viajes que estuvo habituado a hacer desde la niñez y acarrea diversiones que también
agradeció con el paso del tiempo: “Con Jess Franco nos reíamos mucho. Tenía un talento increíble,
pero nunca un presupuesto decente. Así que usaba constantemente el zoom para no
mostrar demasiado. Con más dinero hubiera llegado más lejos. Pero la pasábamos bien. Un
día, rodando en el club de golf de La Manga, yo estaba cubierto completamente de sangre y
heridas purulentas y decidí entrar así al bar del club. Me apoyé en la barra como un parroquiano
más. Jess era mi cómplice, moríamos de risa”.
En 1961 se casa con la modelo danesa Birgit Kroencke, conocida como “Gitte Lee” y
a los dos años tienen a su única hija, Christina Erika Lee, que nace en Suiza. Seguirán
casados por más de medio siglo, hasta la muerte del actor. Muchas veces le decían que un
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