You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
A propósito de su último libro, Qué nos pasó cuando fuimos niños y qué hicimos con eso,<br />
entrevistamos a LAURA GUTMAN, para conocer más profundamente su pensamiento<br />
POR Nancy Giampaolo<br />
–En sus últimos libros, se refiere al “discurso engañado”,<br />
del “personaje” y del “escenario” a la luz de la<br />
“biografía humana”, ¿puede explicarlo? Mi intención<br />
es transmitir y formar a otros profesionales para que hagan<br />
algo que siempre hice intuitivamente. Por eso fui teorizando<br />
frente a ciertas evidencias. Por ejemplo, una de esas evidencias<br />
es la distancia entre lo que los individuos “pensamos” y<br />
nuestra propia realidad emocional. ¿Por qué pensamos lo que<br />
pensamos o valoramos lo que valoramos? Porque alguien (en<br />
general, nuestra madre) lo ha dicho. Eso es el “discurso engañado”<br />
porque no describe la realidad, sino que la interpreta.<br />
El “personaje” es el mecanismo de supervivencia que hemos<br />
utilizado cuando fuimos niños para sobrevivir al desamor.<br />
–¿Cómo une estos temas con los intereses de las madres<br />
que la leen? ¿Y cómo se compatibiliza el trabajo<br />
full time de las mujeres con el cuidado necesario para<br />
un niño pequeño? Las madres me leen porque la están<br />
pasando mal en el periodo maternal. Ahora bien, el problema<br />
con respecto al vínculo entre las madres y nuestros niños es un mecanismo de incorporación desesperada). Ninguna<br />
pequeños nunca es el trabajo. El único obstáculo es el nivel sustancia nos va a llenar el hueco emocional que sentimos<br />
de desamparo, soledad, violencia o desamor que hemos experimentado<br />
por dentro. Lo que sí podemos hacer hoy es iniciar una<br />
Entrevista<br />
siendo niñas. Por lo tanto, lo único que precisamos indagación personal que nos permita comprender qué fue lo<br />
once<br />
establecer es la verdadera dimensión de nuestro dolor infantil que nos pasó, para tener plena conciencia de esa falta y hoy<br />
y los mecanismos que hemos usado a lo largo de nuestra vida darnos cuenta de que es tiempo de amar, incluso si no fuimos<br />
para sobrevivir. Justamente, es lo que intentamos establecer a suficientemente amados.<br />
través de la biografía humana.<br />
–Cuando habla de ir para atrás en el árbol genealógico<br />
–¿Qué pasa cuando la madre decide unilateralmente da a entender que en cada generación el patriarcado<br />
cortar el contacto de sus hijos con el padre a modo de<br />
como sistema fue más dañino. Sin embargo, hay<br />
“castigo” o “venganza”. ¿Cuáles son las consecuencias aspectos de la crianza que ejercieron nuestras abuelas<br />
psicológicas para un chico privado del contacto con su<br />
o bisabuelas que se ajustan más a una maternidad<br />
papá? El mayor problema no es que el niño no vea al padre, intuitiva. ¿Qué podemos rescatar de la maternidad<br />
sino que ese niño nace y crece en un ámbito mucho más violento,<br />
en el pasado más o menos inmediato? Me parece que<br />
hostil, desorganizado y desprotegido de lo que tenemos del pasado inmediato es poco lo que podremos rescatar. Es<br />
registro. Cuando las madres le declaramos la guerra a nuestras<br />
verdad que nuestras abuelas o bisabuelas parieron en casa y<br />
ex parejas, no es más que la última batalla dentro de un con suerte amamantaron a nuestros padres. Pero me parece<br />
sistema orgánico de conflictos y violencias visibles o invisibles que ahí se acaban las ventajas. El nivel de represión sexual,<br />
presentes desde el inicio de esa relación (en verdad, desde el sometimiento, ignorancia y por lo tanto de violencia en el que<br />
inicio de nuestras propias vidas, porque así hemos entendido han vivido, nos permite comprender de qué aridez emocional<br />
los vínculos amorosos), en la que el niño siempre es rehén provienen nuestros padres y cuánto de esa distancia emocional,<br />
y principal víctima. Tenemos que aprender a observar los<br />
desequilibrio o abandono han trasladado nuestros padres<br />
escenarios completos y buscar ayuda para comprendernos a sobre nosotros. Lamentablemente… no hemos nacido de un<br />
nosotras mismas. Comprender la lógica de nuestras propias repollo. Somos consecuencia directa de generaciones nacidas<br />
infancias, observar cómo hemos aprendido a sobrevivir a y crecidas en el desamor.<br />
través de mecanismos violentos para luego decidir –alguna –¿Qué ocurre cuando una madre es cómplice de la<br />
vez– abandonar esos beneficios y aprender a amar al niño. violencia del padre? No existe un señor violento conviviendo<br />
–¿Y cuando las mujeres se presentan socialmente como<br />
con una señora que no sea violenta (aunque puede ser<br />
víctimas del ex y hacen falsas denuncias a la policía por violenta, de modo invisible, a través de sus desprecios, humillaciones<br />
u otras variantes). Lo primero que tenemos que<br />
violencia? ¿Qué pasa con el niño que es botín de guerra<br />
Con las Mejores<br />
de su madre? Sí, es muy frecuente. Porque no comprendemos<br />
que es verdad que hemos sido víctimas, pero eso sucedió escenario determinado. El problema para un niño no es solo<br />
aprender a vislumbrar es la lógica de la violencia global en un<br />
cuando fuimos niños/as. Ahora que nos hemos convertido en la complicidad de la madre que entrega al niño a la violencia<br />
82<br />
Intenciones<br />
adultos… ya no somos víctimas. Al contrario, somos perpetradores/as<br />
inconscientes de diversos mecanismos de violenlencia<br />
sobre el niño de lo que el niño puede registrar. Porque<br />
del padre, sino que esa misma madre ejerce mucha más vio-<br />
83<br />
cia. Intentar satisfacer prioritariamente necesidades propias<br />
(porque no fueron satisfechas cuando fuimos niños/as) es un<br />
mecanismo violento, porque “el otro” –en este caso el niño– no<br />
obtiene nada. Entiendo que parece fuerte esto que está descrito<br />
en casi todos mis libros, sin embargo, esta comprensión global<br />
es la que nos va a llevar hacia una humanidad más amorosa:<br />
ahora que somos adultos, ya no vale la pena buscar compensación<br />
(económica, afectiva o del orden que sea). Ahora no sirve<br />
pelear, porque eso significa perpetuar la batalla del desamor<br />
que ya está perdida de antemano. Si seguimos creyendo que<br />
el violento “es el otro” y no somos capaces de registrar nuestra<br />
propia violencia invisible, el niño estará a la deriva.<br />
–También relaciona el problema de las adicciones<br />
como fruto de las carencias infantiles… Sí, claro. Todo<br />
ese caudal de nutrición y sustancia materna que no hemos<br />
recibido cuando fuimos niños, luego lo compensamos<br />
introduciendo lo que sea para calmarnos. No importa si nos<br />
calmamos con drogas duras, con alcohol, comida, psicofármacos,<br />
actividades, dinero, azúcar o aire (sí, el asma también<br />
la madre nombra la violencia del padre pero no nombra la<br />
violencia que ella misma ejerce. Luego, creemos que el único<br />
violento es el padre. Sé que es un tema muy controvertido y<br />
que merece explicaciones más detalladas.<br />
–La han tildado de polémica, entre otras cosas, ¿por<br />
qué piensa que es blanco de este tipo de cosas? ¿Qué<br />
es lo que más pone en jaque (de su pensamiento) al<br />
statu quo? Entiendo que, cuando hemos tenido infancias<br />
horribles, muchas personas pretendamos matar al mensajero.<br />
Podemos hacerlo, pero nuestras infancias igual seguirán siendo<br />
horribles. Quienes dicen barbaridades de mí, no han leído<br />
ni un solo libro mío. Porque mis escritos tocan el alma de<br />
todos nosotros. Nos dan alivio. Nos ordenan. Ponen palabras<br />
a sentimientos antiguos y relegados. No bajo línea. No estoy<br />
a favor ni en contra de nada. No juzgo. No tomo partido.<br />
Todo lo contario, pretendo ofrecer un sistema para comprendernos<br />
a nosotros mismos –cada uno en su especificidad– y<br />
luego tener la autonomía emocional para decidir hacer lo que<br />
deseemos con nuestras vidas