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matrimonio tan largo constituía otro récord que se sumaba al de su altura (le valió figurar en
el Guinness como el actor de cine en actividad más alto del mundo), pero él no acordaba:
“No es tan raro. No es cierto que no haya matrimonios largos en el mundo del cine: solo que
no se escribe sobre ellos”.
Cuando se estrena Drácula, la hija de Lee es todavía una nena. Cuando le preguntan cómo
aborda con ella el hecho de ser malo en la pantalla, dice: “Al principio, le daban miedo mis
personajes de terror, así que no dejaba que viera las películas. Pero acabaron gustándole.
Además me ha visto rodarlos. Me la llevaba al estudio para quitarle el miedo. Quería explicarle
personalmente lo que eran. Un día le dije: ‘Vamos a ver juntos tú y yo mis películas de miedo.
Las vas a ver como un cuento de hadas. Aunque te darán un poquito de miedo, lo que pasa
en ellas no es real. Soy yo, tu padre, que interpreta ese papel. Y si tú tienes miedo, voy a estar
a tu lado y podrás mirarme y verás que ese no soy yo, sino un personaje que interpreto. No es
de verdad. Es pura fantasía. Invento de un escritor’. Y así, poco a poco, ha ido asimilándolas y
quitándose el miedo. Un día me dijo: ‘Me dan un poquito de miedo todavía papá, pero ahora sé
que eres tú, que como actor has interpretado ese papel’. Y al final le han gustado. Y ha perdido
el miedo. Todos los niños que ven a Drácula pierden al final el miedo, porque acaban viéndolo
como el personaje de un cuento de hadas. Los niños siempre la encuentran como una historia
novelesca”. Tan buena le parece la historia y, sobre todo, tan grande es la aceptación del público
al verlo en ese papel que lo repite hasta lo inverosímil. Lo dirigen Terence Fisher, en 1965,
con la primera y más mentada Drácula, príncipe de las tinieblas y Freddie Francis, en 1968,
en Drácula vuelve de la tumba. En 1970 filma con Peter Sasdy al mando, El poder de la
sangre de Drácula y, con Roy Ward Baker, Las cicatrices de Drácula. En 1972 participa de
un documental de Calvin Floyd, Vem var Dracula, y en otro Drácula, esta vez dirigido por
Alan Gibson. Al año siguiente hace Los ritos satánicos de Drácula, y, en 1975 Drácula padre
e hijo, dirigida por Édouard Molinaro. Recuerda con cariño todas, a excepción de la de
Molinaro: “Era malísima, no había por dónde agarrarla. Ya desde el guión me pareció un error
interpretarla. Pero la hice y siempre lo he lamentado. A partir de ahí, me dije que no volvería a
interpretar nunca más a Drácula. Así que tuvieron que encontrar a otros actores”.
Para la década del 70, ya está consagrado en Hollywood, donde forma parte del reparto de
numerosas películas de terror y aventura, como La vida de Sherlock Holmes (1970) del gran
Billy Winder, en la que interpreta magníficamente al hermano del detective, Mycroft
Holmes. Otro rol célebre es el de Francisco Scaramanga, uno de los más famosos rivales del
agente 007, en El hombre de la pistola de oro (1974) dirigida por Guy Hamilton. También
trabaja en Los Tres Mosqueteros (1973) de Richard Lester, El Hombre De Mimbre (1974)
de Robin Hardy, entre muchas otras películas. En 1973, le queda tiempo para aparecer en
la tapa del disco de Wings (la banda de Paul McCartney, Linda McCartney y Denny
Laine) Band on the Run (despuntando su afición por el rock, que será postergada para explotar
muy poco antes de la muerte en el género menos pensado). También forma parte del
elenco de algunos spaguetti westerns, entre ellos Ana Caulder uno con Raquel Welch, de
1971, dirigido por Burt Kennedy.
Izq.: George Lucas lo convocó para
la segunda y tercera entrega de
la trilogía Star Wars, en el papel
del Conde Dooku (El ataque de los
clones, 2002 y La venganza de los
Sith, 2005).
Der.: Con el papel de Burgomaster,
en Sleepy Hollow, primera de las dos
películas que filmó bajo la dirección
de Tim Burton y con Johnny Depp
como protagonista.
“Para mí, los malos producen
piedad. Todos los malos, las malas
cosas que hacen, están obligadas
a hacerlas por ser malos. Los
caracteriza un cierto espíritu de
tristeza”.
Der.: En Charlie y la fábrica de
chocolate (2005). Tim Burton lo
dirigió en el papel del padre de
Willy Wonka (Johnny Depp).
Izq.: Como Saruman, líder de
los magos Istari, de El Señor
de los anillos (La comunidad
del anillo, 2001; Las dos torres,
2002 y El retorno del rey,
2003). “Mi sueño era hacer de
Gandalf, pero el esfuerzo que
suponía esa interpretación era
demasiado para mi edad”.
Tall, Dark and Gruesome (“Alto, oscuro y espantoso”) es el título de la autobiografía que publica
por primera vez en 1977 (para ser reeditada en 1997 y en 2003). Allí habla de aspectos
menos conocidos de su vida, como la seriedad con la que se tomaba el golf. Fue miembro del
Honorable Club de Golf de Edimburgo, donde disputó algunos partidos con grandes maestros
golfistas como el célebre Jack Nicklaus. “Yo amo el cine. Es mi vida profesional. Es
mi carrera, mi trabajo. Todo. En la vida privada, dejando a un lado la familia (que es la otra
cosa importante que tengo), para descansar, elijo el deporte, y dentro de él, ahora, el golf.
Pero antes he practicado otros deportes: he corrido, saltado, casi volado. Hacer atletismo me
encantaba, así como el cricquet (el juego nacional por excelencia de mi país), el fútbol, el
rugby, la caña, el polo, el “squash” (fui campeón del Reino Unido antes de la Segunda Guerra
Mundial). He sido también, al comienzo de mi carrera, especialista de escenas peligrosas en
películas (…). Pero ahora no puedo practicar esos deportes, soy demasiado viejo. Así que he
optado por el golf”. La biografía le da un gran espacio al deporte, en efecto, porque era una
de sus grandes pasiones, aunque el cine (y especialmente los villanos que interpretó) es lo
que ocupó la mayor parte de su vida.
“Antes el terror se creaba a través del rostro del actor, de su interpretación y de sus gestos
ante la cámara. Ahora se infunde a través de los efectos especiales. Si yo tuviera que interpretar
un monstruo con los efectos y el maquillaje que se les coloca ahora encima a los actores o
superponiendo mi figura con fondos artificiosos, mi hija seguramente no se asustaría de mí,
ni tampoco atraería las miradas del público más allá de esa película. Ahora se hace así. Lo
que yo y otros hemos hecho en nuestras películas ha sido infundir miedo a través de nuestros
rostros, de nuestra interpretación, de nuestro talento. Hemos representado los efectos
especiales con nuestro talento. Hoy, las películas de terror, son un poco grotescas, el 75% del
miedo que transmiten lo hacen a través de los efectos especiales o por el maquillaje”, expresa
Lee sobre el final de su vida, asumiéndose como un actor de la vieja escuela sin que ello le
impida hacer cine dentro del estilo contemporáneo. En la última etapa de su carrera obtiene
roles tanto pequeños como protagónicos al mando de directores top, como Tim Burton, que
le dio un pequeño papel en Sleepy Hollow (1999), reconociendo, además, que amaba a Lee
por haber sido él mismo un gran espectador de las producciones de la Hammer, influyentes a
la hora de realizar su propia obra, o George Lucas que lo convocó para la segunda y tercera
entrega de la trilogía Star Wars, en el papel del Conde Dooku. Pero es Saruman, líder de los
magos Istari, el papel que más relevancia tiene en este último período. Gran admirador de El
Señor de los anillos de J. R. R. Tolkien, reconoce que su sueño era hacer de Gandalf, pero
el esfuerzo que suponía esa interpretación era demasiado para su edad.
Lee nunca fue nominado a un Oscar, a pesar de una larga carrera llena de actuaciones memorables.
No se quejó públicamente por ello. Al contrario, agradecía lo que había hecho y
fantaseaba con lo que podía llegar a hacer: “He hecho de todo, desde papeles crueles a cómicos
y sádicos, desde monstruos humanos y fantásticos a oficiales, aviadores, vaqueros y bandidos
del Oeste –dice en una entrevista a principios de 2009–. Prácticamente de todo. Aunque
hay dos papeles que no he interpretado todavía y me gustaría hacer: el de Don Quijote y el
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