VIDA SANTO DOMINGO GUZMÁN
Vida_de_Santo_Domingo_de_Guzman,_Fray_Enrique_Domingo_Lacordaire_OP
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escritos después de largo tiempo contienen algunas anécdotas sobre su estancia en aquellos<br />
lugares, anécdotas cuya autenticidad no está lo suficientemente probada. Es cierto que visitó<br />
Milán y pasó una enfermedad en dicha ciudad. Fray Bonvisio, que le acompañaba en este<br />
viaje, nos habla de esta manera de su constancia en el sufrimiento: “cuando estuve en Milán<br />
con el hermano Domingo sufrió accesos de fiebre: yo le cuidé durante su enfermedad y nunca<br />
le oí quejarse. Pasaba el tiempo orando y dedicado a la contemplación, cosa que puede juzgar<br />
guiándome por ciertos gestos que aparecían en su cara y que yo conocía muy bien, porque<br />
cuantas veces oraba o contemplaba tuve ocasión de observarlos. Tan pronto había pasado el<br />
acceso de fiebre, comenzaba a hablar de Dios y de la Orden; leía o rogaba que leyesen;<br />
alababa al Señor y se regocijaba de su enfermedad, cosa que era corriente en sus tribulaciones<br />
mucho más que en la prosperidad.” (“Actas de Bolonia”, declaración de Bonvisio, número 3.)<br />
Domingo se encontró en Cremona con san Francisco de Asís, y mientras hablaban se<br />
les acercaron algunos frailes de san Francisco y dijeron: “ nos falta el agua pura en el<br />
convento; por eso os rogamos a vosotros, que sois nuestros padres y siervos de Dios,<br />
intercedáis cerca del Señor para que bendiga nuestros pozos, cuya agua está corrompida.” los<br />
dos patriarcas se miraron como invitándose a contestar el uno al otro; entonces Domingo dijo<br />
a los presentes: “ sacad un poco de agua y traédnosla.” los religiosos fueron y la trajeron en<br />
un cubo, y entonces Domingo dijo a Francisco: “ padre, bendecid esta agua en nombre del<br />
Señor.” Francisco contestó: “padre, bendecidla vos mismo, ya que sois el mayor.” (Pedro<br />
Cali: “Vida de Santo Domingo”, n. 21.) esta piadosa lucha continuó entre ambos, hasta que<br />
por fin Domingo, vencido por Francisco, hizo la señal de la cruz sobre el cubo y ordenó que<br />
se vertiese el agua en el pozo, cuyo manantial quedó purificado para siempre.<br />
Un canónigo francés que iba a Roma, al pasar por Módena, fue a buscar a Domingo a<br />
la salida de un sermón y le confesó que desesperaba de su propia salvación a causa de una<br />
tentación contra la castidad, que no había podido vencer nunca. “no perdáis el ánimo - le<br />
respondió el santo -; tener confianza en la misericordia de Dios; yo os obtendré el don de la<br />
continencia.” el canónigo se retiró curado. (Los B. Humberto: “Vida de Santo Domingo”, n.<br />
51.)<br />
Domingo tenía la costumbre de visitar los monasterios que encontraba en su camino,<br />
y, entre otros, se detuvo en el de Colombe, situado en la provincia de Parma, en donde se cree<br />
tuvo lugar un rasgo de bondad, que un historiador cuenta en estos términos: “ Domingo llegó<br />
una tarde a la entrada del convento cuando todos sus religiosos estaban acostados. Temeroso<br />
de molestarles, se acostó ante la puerta con su compañero y oró para que el Señor proveyese a<br />
sus necesidades sin que fuere preciso despertar a los monjes. En aquel momento se<br />
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