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VIDA SANTO DOMINGO GUZMÁN

Vida_de_Santo_Domingo_de_Guzman,_Fray_Enrique_Domingo_Lacordaire_OP

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El rey de Aragón intervino por su parte con objeto de evitar una ruptura definitiva,<br />

teniendo lugar dos conferencias sobre este asunto en el invierno de 1211, una en Narbona y la<br />

otra en Montpellier. En la primera el conde de Tolosa rechazó abiertamente las condiciones<br />

que le habían sido impuestas en San Gil; en la segunda pareció que consentía al principio,<br />

pero más tarde se retiró de repente sin despedirse. El rey de Aragón, irritado por esta<br />

conducta, pidió en matrimonio una hija del conde Montfort, que a la sazón contaba tres años,<br />

para su hijo, niño de la misma edad, entregando éste a los cuidados del conde para que le<br />

educase bajo su dirección. Pero poco después se arrepintió, dando a su hermana en<br />

matrimonio al único hijo de Ramón, reforzando con esta alianza los lazos, muy estrechos ya,<br />

que le unían a la causa de la herejía.<br />

Por fin el abad del Císter lanzó la excomunión, y envió al Papa un diputado con el fin<br />

de obtener fuese confirmada. Inocencio III la confirmó y Ramón se preparó para la guerra,<br />

asegurándose la fidelidad de sus súbditos y la ayuda de diversos señores, particularmente los<br />

condes de Foix y de Comminges. Rechazó a Montfort, que se había presentado ante los<br />

muros de Tolosa, y el ejército albigense fue a acampar ante Castelnaudary, cuyo sitio se vio<br />

obligado a levantar después de una sangrienta batalla. Los cruzados alcanzaron victorias<br />

tomando varias ciudades; el país de Foix y de Comminges se vieron invadidos, y Ramón se<br />

dirigió a España para implorar el socorro del rey de Aragón.<br />

Lo que tuvo lugar entonces demuestra cuán incierto y combatido estaba el Papa. El<br />

rey de Aragón, antes de recurrir a las armas para proteger a su cuñado, juzgó a propósito<br />

intentar primero la vía de las negociaciones, enviando una embajada al soberano Pontífice<br />

para quejarse del conde de Montfort, que se apoderaba de los feudos pertenecientes a su<br />

corona, y de los legados apostólicos, que rehusaban en absoluto admitir la penitencia del<br />

conde de Tolosa. Inocencio III, prevenido por estas quejas, escribió reprochándolas a sus<br />

legados y ordenándoles reuniesen un concilio, compuesto de obispos y señores del país, para<br />

ver de procurar los medios sobre los que se pudiere asentar la paz. (Lib. XV, carta CCXI).<br />

Pero mientras estas cartas, fechadas a principios del año 1213, estaban en camino, se<br />

reunió un concilio en Lavaur, a petición del rey de Aragón, quien por medio de solicitud<br />

escrita había suplicado a los legados y obispos devolviesen a los condes de Tolosa, de<br />

Comminges y de Foix, lo mismo que al vizconde de Béarn, las tierras que se les había<br />

quitado y levantarles la excomunión de la Iglesia a precio de la satisfacción que se les<br />

exigiese. En caso de rechazo en cuanto al viejo Ramón, el rey solicitaba para su hijo la<br />

justicia del concilio. El concilio decidió que no se debía admitir al conde de Tolosa ninguna<br />

justificación por haber violado su palabra constantemente; pero que se recibiría la penitencia<br />

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