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VIDA SANTO DOMINGO GUZMÁN

Vida_de_Santo_Domingo_de_Guzman,_Fray_Enrique_Domingo_Lacordaire_OP

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De esta manera el “oficio y nombre” de frailes Predicadores fueron adjudicados<br />

apostólicamente a los religiosos dominicos. La gradación en las tres actas que acabamos de<br />

citar es muy notable. En la primera, deliberada en consistorio y asignada por los cardenales,<br />

no se trata en absoluto del objeto de la Orden. Se la designa sencillamente como “una Orden<br />

canónica sujeta a la regla de san Agustín”. La segunda bula es más clara en su brevedad; en<br />

ella se llama a los hijos de Domingo “campeones de la fe y verdaderas lumbreras del<br />

mundo”. Por fin, el tercer documento los califica abiertamente de “predicadores”, los alaba<br />

por el pasado de sus trabajos apostólicos y les da ánimos para el porvenir. El misterio de estas<br />

actas ha puesto a prueba la penetración de los historiadores. Estos han buscado ante todo las<br />

razones que han movido al soberano Pontífice a conceder dos bulas en un mismo día sobre el<br />

mismo objeto: han conjeturado que la primera estaba destinada a quedar en los archivos de la<br />

Orden; la segunda, para servir de una especie de pasaporte cotidiano. Pero, ¿Por ventura<br />

necesita una Orden solemnemente aprobada por la Santa Sede presentar una bula al primero<br />

que se presente? ¿No lleva en sí misma su autenticidad? Y, caso de oposición, ¿No es cosa<br />

evidente que el acta necesaria es la que contiene sus libertades y sus privilegios, antes que el<br />

acta de unas cuantas líneas que no determina su situación canónica? En el reconocimiento<br />

progresivo de los religiosos Predicadores hay desde luego una singularidad que nos conduce<br />

a otra explicación. Nos parece probable existiese en la corte pontificia alguna oposición al<br />

establecimiento de una “Orden apostólica”, y que esta fuera la causa del silencio absoluto en<br />

la bula principal sobre el objeto de la nueva religión que autorizaba. Pero alentado por<br />

Domingo e inspirado por Dios, el soberano Pontífice firmó el mismo día una declaración del<br />

motivo especial que le había animado, y un mes más tarde creyó conveniente no guardar<br />

reservas en la expresión de su pensamiento y voluntad.<br />

El día 7 de febrero siguiente, Honorio confirmó por medio de un breve, ex profeso<br />

para ello, una disposición de su primera bula: era la que prohibía a los Frailes Predicadores el<br />

abandono de su religión por otra, a menos que fuese más austera.<br />

Domingo, habiendo obtenido de Roma de esta manera todo cuanto había esperado,<br />

debió sentir prisa por volver al lado de los tuyos. Pero la Cuaresma, que estaba en vísperas de<br />

comenzar, le retuvo. Aprovechó la ocasión para ejercer en la capital del mundo cristiano el<br />

ministerio apostólico que se le acababa de confiar. Su éxito fue muy grande. En el mismo<br />

palacio del Papa explicó las epístolas de san Pablo en presencia de un auditorio considerable.<br />

Este hecho nos indica que, además de la controversia con los herejes, seguía en su<br />

predicación el método de los Padres de la Iglesia, explicando al pueblo las Sagradas<br />

Escrituras, no con frases sueltas tomadas al azar, sino con orden, de manera que la Historia, el<br />

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