VIDA SANTO DOMINGO GUZMÁN
Vida_de_Santo_Domingo_de_Guzman,_Fray_Enrique_Domingo_Lacordaire_OP
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los herejes reunidos por la noche para examinar otra memoria del siervo de Dios. Se<br />
comprometieron a ocultar este prodigio; uno de ellos, que llegó a convertirse, lo hizo público.<br />
No obstante, Domingo se dio cuenta de que una de las causas del progreso de la<br />
herejía era la habilidad con que los herejes se apoderaban de la educación de las jóvenes de<br />
familia noble cuando sus familias eran demasiado pobres para procurarles una educación<br />
conveniente a su jerarquía. Ante Dios pensó la manera de aportar remedio a esta seducción, y<br />
creyó llegar a ello fundando un monasterio destinado a recoger a las jóvenes católicas cuyo<br />
nacimiento y pobreza las expusiesen a los lazos que les preparaba el error. Existía en Prouille,<br />
lugar situado en una llanura entre Fanjeaux y Montreal, al pie de los Pirineos, una ermita<br />
dedicada a la Santísima Virgen y célebre desde hacía mucho tiempo por la veneración del<br />
pueblo. Domingo sentía gran afecto por Nuestra Señora de Prouille, pues con frecuencia<br />
había orado allí durante sus viajes apostólicos. Ya ascendiese o descendiese las primeras<br />
colinas de los Pirineos, el humilde santuario de Prouille se le presentaba, a la entrada de<br />
Languedoc, como un lugar de esperanza y de consuelo. Allí, al lado mismo de la iglesia, fue<br />
donde estableció su monasterio, con el consentimiento y ayuda del obispo Foulques, que<br />
recientemente había ocupado la sede de Tolosa. Foulques era un monje de la Orden de los<br />
Cístercienses, conocido por la pureza de su vida y el ardor de su fe; los católicos de Tolosa le<br />
eligieron obispo, después de su antecesor, Ramón de Rabanstens, fue privado del episcopado<br />
por un decreto del soberano Pontífice. Su elevación a una silla episcopal de tal importancia<br />
produjo un júbilo universal en la Iglesia, y cuando el legado Pedro de Castelnau, que estaba<br />
gravemente enfermo, lo supo, se levantó de la cama y, juntando las manos, dio las gracias a<br />
Dios. Foulques no tardó en llegar a ser amigo de Domingo y de D. Diego. Favoreció con todo<br />
su poder la erección del monasterio de Prouille, al que concedió el goce, y más tarde la<br />
propiedad, de la ermita de Santa María, al lado de la cual lo había edificado santo Domingo.<br />
Berenguer, arzobispo de Narbona, le había ya precedido en aquella generosa protección,<br />
dando a las religiosas, cuatro meses después de su clausura, la iglesia de San Martín de<br />
Limoux, con todas las rentas que de ella dependían. Tiempo después, el conde Simón de<br />
Montfort y otros católicos distinguidos hicieron grandes dádivas a Prouille, que llegó a ser<br />
una casa de oración floreciente y célebre. Parecía que sobre ella flotaba siempre una gracia<br />
particular. La guerra civil y religiosa, que estalló pronto, no se acercó a sus muros sino para<br />
respetarlos, y mientras otras iglesias era expoliadas y destruidos otros monasterios por la<br />
herejía armada y victoriosa con frecuencia, aquellas jóvenes indefensas podían entregarse<br />
tranquilamente a la oración en Prouille a la sombra de su claustro. Y es que las primeras<br />
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