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Propiedades Físicas del Suelo

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Partiendo de esta insolación máxima se puede apreciar fácilmente, en un paisaje dado, la fracción de<br />

insolación recibida por los suelos que tienen una exposición diferente (figura 2).<br />

En las regiones accidentadas sucede que las zonas situadas en la sombra durante una gran parte <strong>del</strong><br />

día y las laderas expuestas al norte (hemisferio norte), reciben una insolación muy reducida y a veces<br />

nula en los valles muy encajonados. Así, las condiciones topográficas que determinan la inclinación y la<br />

exposición <strong>del</strong> suelo tienen una influencia directa sobre la cantidad de calor que llega a éste.<br />

Color <strong>del</strong> suelo<br />

La cantidad de calor absorbido o reflejado por el suelo depende, en gran parte, de su color, ya que juega<br />

el mismo papel cualesquiera que sean los cuerpos considerados. Se sabe que los cuerpos blancos son<br />

los que reflejan más las radiaciones caloríficas que reciben, mientras que al contrario, los cuerpos negros<br />

las absorben al máximo. Lo mismo pasa con los suelos. Se admite que los suelos oscuros pueden<br />

absorber hasta el 80% de la radiación solar, mientras que esta absorción desciende hasta 30% en los<br />

suelos claros.<br />

En los países cálidos y en períodos de fuerte insolación, se pueden observar accidentes de quemaduras<br />

en los vegetales situados en suelos blancos o blancuzcos y ciertas frutas situadas en la proximidad de la<br />

tierra pueden presentar quemaduras; este hecho se produce a veces en los racimos de uvas. Se podría<br />

deducir erróneamente que esos suelos se han recalentado, cuando en realidad los accidentes de<br />

quemaduras han sido producidos por el calor reflejado. Los suelos rojos tienen un poder absorbente<br />

bastante elevado y superior al de los suelos amarillos. Las diferencias de temperatura registradas, por<br />

los experimentadores, entre un suelo negro y uno blanco, varían entre dos y tres grados centígrados<br />

para profundidades ya apreciables: 15 cm. (A. D. Hall) y 40 cm (A. Vernet).<br />

Se verá más a<strong>del</strong>ante que el suelo en virtud de su poder emisor, irradia calorías pero como el poder<br />

emisor es independiente <strong>del</strong> calor, la absorción de los suelos oscuros no está compensada por la<br />

irradiación.<br />

Calor específico y textura <strong>del</strong> suelo<br />

Se sabe que el calor específico es la cantidad de calorías que es necesario aportar a un cuerpo para<br />

aumentar en 1º C la unidad de masa. El suelo se calentará, por lo tanto, tanto más rápidamente cuanto<br />

más débil sea su calor específico; pero como esto no es el mismo para cada uno de sus elementos<br />

constitutivos, la rapidez de calentamiento <strong>del</strong> suelo depende de su textura.<br />

Se da a continuación, el calor específico de los elementos <strong>del</strong> suelo llevados a la unidad de peso<br />

(calorías/gramo) y la unidad <strong>del</strong> volumen (calorías/cm3) (según Demolon).<br />

Se ve que las diferencias por unidad de peso son sensibles, y se explica así que los suelos arenosos se<br />

calientan rápidamente en primavera, y se enfrían igualmente rápido en otoño. Por otra parte si se tuviera<br />

en cuenta la porosidad de los constituyentes <strong>del</strong> suelo, como el calor específico <strong>del</strong> aire es muy bajo, las<br />

cifras referidas al volumen se reducirían sensiblemente <strong>del</strong> tercio a la mitad (de 35 a 50%). Es así que al<br />

aumentar la porosidad <strong>del</strong> suelo los trabajos de labranza disminuyen el calor específico «aparente» por<br />

analogía con la densidad aparente.<br />

Humedad <strong>del</strong> suelo<br />

Por definición, el calor específico <strong>del</strong> agua es de una caloría por gramo, o por centímetro cúbico; es<br />

sensiblemente 5 veces más elevado que la media <strong>del</strong> calor específico de los constituyentes <strong>del</strong> suelo.<br />

Así, el agua se calienta mucho más lentamente que el suelo, y éste se calienta mucho más lentamente<br />

cuanto más húmedo es. Por otra parte en las capas superficiales, una parte <strong>del</strong> calor recibida por el<br />

suelo se utiliza en evaporar el agua. Pero por otra parte, la conductividad para el calor, es mayor que la<br />

<strong>del</strong> aire y el calor tiende a transmitir mejor si, en los poros <strong>del</strong> suelo, la proporción de agua es mayor que<br />

la de aire. Se notará en fin, que todo cambio de estado <strong>del</strong> agua <strong>del</strong> suelo —condensación, vaporización,

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