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MARIA - Jorge Isaacs

La historia de amor de Maria y su primo Efrain, que trancurre en los paisajes de El Cerrito, Valle de Cauca, y en el que los protagonistas luchan por mantener su amor en medio de la enfermedad y la distancia. Efraín y María están juntos durante tres meses, al cabo de los cuales el joven debe viajar a Londres para completar su educación. Cuando regresa, dos años después, descubre que María ha muerto. Efraín no encuentra consuelo, y parte, sin saber muy bien a dónde. La novela, la única que alcanzó a publicar Isaacs, se destaca por darle gran importancia a la descripción del paisaje, así como por la calidad artística de su prosa. La novela objeto de estudio, más que una novela, es un poema en prosa o una novela escrita en una prosa plenamente poética; muestra intrínsecamente que no se trata solo de retórica metafórica cuando Felde la ha clasificado como «la flor más pura e inmarcesible del romanticismo hispanoamericano; sin historia, sin política, sin filosofías; sin nada más que el simple patetismo del sentimiento y la pintura simple de la naturaleza y del ambiente humano; la esencia de su estilo».

La historia de amor de Maria y su primo Efrain, que trancurre en los paisajes de El Cerrito, Valle de Cauca, y en el que los protagonistas luchan por mantener su amor en medio de la enfermedad y la distancia.
Efraín y María están juntos durante tres meses, al cabo de los cuales el joven debe viajar a Londres para completar su educación. Cuando regresa, dos años después, descubre que María ha muerto. Efraín no encuentra consuelo, y parte, sin saber muy bien a dónde.
La novela, la única que alcanzó a publicar Isaacs, se destaca por darle gran importancia a la descripción del paisaje, así como por la calidad artística de su prosa.
La novela objeto de estudio, más que una novela, es un poema en prosa o una novela escrita en una prosa plenamente poética; muestra intrínsecamente que no se trata solo de retórica metafórica cuando Felde la ha clasificado como «la flor más pura e inmarcesible del romanticismo hispanoamericano; sin historia, sin política, sin filosofías; sin nada más que el simple patetismo del sentimiento y la pintura simple de la naturaleza y del ambiente humano; la esencia de su estilo».

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—Y hubo que cambiártelo —agregó Felipe.<br />

—Ustedes me están haciendo quedar malísimamente —contestó María mirándome<br />

sonrojada—: el señor estaba convencido ya de que yo era guapísima.<br />

—¿Conque no tienes miedo hoy? —insistió mi madre.<br />

—Sí tengo —respondióle—; pero no tanto, porque el caballo se ha amansado; y como<br />

hay quien lo regañe si se alborota...<br />

Cuando llegamos a las pampas, el sol, rasgadas ya las nieblas que entoldaban las<br />

montañas a nuestra espalda, envolvía en resplandores metálicos los bosques que en fajas<br />

tortuosas o en grupos aislados interrumpían a distancia la llanura: las linfas de los<br />

riachuelos que vadeábamos, abrillantadas por aquella luz corrían a perderse en las<br />

sombras, y las lejanas revueltas del Zabaletas parecían de plata líquida y orladas por<br />

florestas azules.<br />

María dejó entonces caer el velillo sobre su rostro, y al través de la inquieta gasa de<br />

color de cielo, buscaba algunas veces mis ojos con los suyos, ante los cuales todo el<br />

esplendor de la naturaleza que nos rodeaba me era casi indiferente.<br />

Al internarnos en los grandes bosques, atravesada la llanura, hacía largo rato que María<br />

y yo guardábamos silencio; solamente Felipe no había interrumpido su charla haciendo<br />

mil preguntas a mi madre sobre cuanto veía.<br />

En un momento en que María estuvo cerca de mí, me dijo:<br />

—¿En qué piensas tanto? Vuelves a estar como anoche, y hace un rato que no era así.<br />

¿Es pues tan grande esa desgracia que ha sucedido?<br />

—No pensaba en ella; tú me haces olvidarla.<br />

—¿Es tan irremediable esa pérdida?<br />

—Tal vez no. En lo que he estado pensando es en la felicidad de Braulio.<br />

—¿En la de él solamente?<br />

—Me es más fácil imaginarme la de Braulio. El va a ser desde hoy completamente<br />

dichoso; y yo voy a ausentarme, yo voy a dejarte por muchos años.<br />

Ella me había escuchado sin mirarme, y levantando al fin los ojos, en los cuales no se<br />

había apagado el brillo de felicidad que en aquella mañana los iluminaba, respondió<br />

alzando el velillo:<br />

—¿Esa pérdida no es pues muy grande?<br />

—¿Y por qué insistes en hablar de ella?

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