26.04.2018 Views

MARIA - Jorge Isaacs

La historia de amor de Maria y su primo Efrain, que trancurre en los paisajes de El Cerrito, Valle de Cauca, y en el que los protagonistas luchan por mantener su amor en medio de la enfermedad y la distancia. Efraín y María están juntos durante tres meses, al cabo de los cuales el joven debe viajar a Londres para completar su educación. Cuando regresa, dos años después, descubre que María ha muerto. Efraín no encuentra consuelo, y parte, sin saber muy bien a dónde. La novela, la única que alcanzó a publicar Isaacs, se destaca por darle gran importancia a la descripción del paisaje, así como por la calidad artística de su prosa. La novela objeto de estudio, más que una novela, es un poema en prosa o una novela escrita en una prosa plenamente poética; muestra intrínsecamente que no se trata solo de retórica metafórica cuando Felde la ha clasificado como «la flor más pura e inmarcesible del romanticismo hispanoamericano; sin historia, sin política, sin filosofías; sin nada más que el simple patetismo del sentimiento y la pintura simple de la naturaleza y del ambiente humano; la esencia de su estilo».

La historia de amor de Maria y su primo Efrain, que trancurre en los paisajes de El Cerrito, Valle de Cauca, y en el que los protagonistas luchan por mantener su amor en medio de la enfermedad y la distancia.
Efraín y María están juntos durante tres meses, al cabo de los cuales el joven debe viajar a Londres para completar su educación. Cuando regresa, dos años después, descubre que María ha muerto. Efraín no encuentra consuelo, y parte, sin saber muy bien a dónde.
La novela, la única que alcanzó a publicar Isaacs, se destaca por darle gran importancia a la descripción del paisaje, así como por la calidad artística de su prosa.
La novela objeto de estudio, más que una novela, es un poema en prosa o una novela escrita en una prosa plenamente poética; muestra intrínsecamente que no se trata solo de retórica metafórica cuando Felde la ha clasificado como «la flor más pura e inmarcesible del romanticismo hispanoamericano; sin historia, sin política, sin filosofías; sin nada más que el simple patetismo del sentimiento y la pintura simple de la naturaleza y del ambiente humano; la esencia de su estilo».

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

de las orillas cortos trechos, operación que allí se llama playear; pero en tales casos el<br />

temor de tropezar con alguna guascama o de que alguna chonta se lanzase sobre<br />

nosotros, como los individuos de esa familia de serpientes negras, rollizas y de collar<br />

blanco lo acostumbran, nos hacía andar por las malezas más con los ojos que con los<br />

pies.<br />

Era inútil averiguar si Laureán y Gregorio eran curanderos, pues apenas hay boga que<br />

no lo sea y que no lleve consigo colmillos de muchas clases de víboras y contras para<br />

varias de ellas, entre las cuales figuran el guaco, los bejucos atajasangre, siempreviva,<br />

zaragoza, y otras yerbas que no nombran y que conservan en colmillos de tigre y de<br />

caimán ahuecados. Pero eso no basta a tranquilizar a los viajeros, pues es sabido que<br />

tales remedios suelen ser ineficaces, y muere el que haya sido mordido, después de<br />

pocas horas, arrojando sangre por los poros, y con agonías espantosas.<br />

Llegamos a San Cipriano. En la ribera derecha y en el ángulo formado por el río que da<br />

nombre al sitio, y por el Dagua, que parece regocijarse con su encuentro, estaba la casa,<br />

alzada sobre postes en medio de un platanal frondoso. No habíamos saltado todavía a la<br />

playa y ya Gregorio gritaba:<br />

—¡Ña Rufina! ¡Aquí voy yo! —Y en seguida—: ¿Dónde cogió esta viejota?<br />

—Buena tarde, ño Gregorio —respondió una negra joven, asomándose al corredor.<br />

—Me tiene que da posada, porque traigo cosa buena.<br />

—Sí, señó; suba pué.<br />

—¿Mi compañero?<br />

—En la Junta.<br />

—¿Tío Bibiano?<br />

—Asina no ma, ño Gregorio.<br />

Laureán dio las buenas tardes a la casera y volvió a guardar su silencio acostumbrado.<br />

Mientras los bogas y Lorenzo sacaban los trastos de la canoa, yo estaba fijo en algo que<br />

Gregorio, sin hacer otra observación, había llamado viejota: era una culebra gruesa<br />

como un brazo fornido, casi de tres varas de largo, de dorso áspero, color de hoja seca y<br />

salpicada de manchas negras; barriga que parecía de piezas de marfil ensambladas,<br />

cabeza enorme y boca tan grande como la cabeza misma, nariz arremangada y colmillos<br />

como uñas de gato. Estaba colgada por el cuello en un poste del embarcadero, y las<br />

aguas de la orilla jugaban con su cola.<br />

—¡San Pablo! —exclamó Lorenzo fijándose en lo que yo veía—; ¡qué animalote!<br />

Rufina, que se había bajado a alabarme a Dios, observó riéndose, que más grandes las<br />

habían muerto algunas veces.<br />

—¿Dónde encontraron ésta? —le pregunté.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!