MARIA - Jorge Isaacs
La historia de amor de Maria y su primo Efrain, que trancurre en los paisajes de El Cerrito, Valle de Cauca, y en el que los protagonistas luchan por mantener su amor en medio de la enfermedad y la distancia. Efraín y María están juntos durante tres meses, al cabo de los cuales el joven debe viajar a Londres para completar su educación. Cuando regresa, dos años después, descubre que María ha muerto. Efraín no encuentra consuelo, y parte, sin saber muy bien a dónde. La novela, la única que alcanzó a publicar Isaacs, se destaca por darle gran importancia a la descripción del paisaje, así como por la calidad artística de su prosa. La novela objeto de estudio, más que una novela, es un poema en prosa o una novela escrita en una prosa plenamente poética; muestra intrínsecamente que no se trata solo de retórica metafórica cuando Felde la ha clasificado como «la flor más pura e inmarcesible del romanticismo hispanoamericano; sin historia, sin política, sin filosofías; sin nada más que el simple patetismo del sentimiento y la pintura simple de la naturaleza y del ambiente humano; la esencia de su estilo».
La historia de amor de Maria y su primo Efrain, que trancurre en los paisajes de El Cerrito, Valle de Cauca, y en el que los protagonistas luchan por mantener su amor en medio de la enfermedad y la distancia.
Efraín y María están juntos durante tres meses, al cabo de los cuales el joven debe viajar a Londres para completar su educación. Cuando regresa, dos años después, descubre que María ha muerto. Efraín no encuentra consuelo, y parte, sin saber muy bien a dónde.
La novela, la única que alcanzó a publicar Isaacs, se destaca por darle gran importancia a la descripción del paisaje, así como por la calidad artística de su prosa.
La novela objeto de estudio, más que una novela, es un poema en prosa o una novela escrita en una prosa plenamente poética; muestra intrínsecamente que no se trata solo de retórica metafórica cuando Felde la ha clasificado como «la flor más pura e inmarcesible del romanticismo hispanoamericano; sin historia, sin política, sin filosofías; sin nada más que el simple patetismo del sentimiento y la pintura simple de la naturaleza y del ambiente humano; la esencia de su estilo».
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—Si es una muy chiquita, y envolviéndole bien el asa en un pañuelo, no puede lastimar<br />
las manos.<br />
—A ver cómo las tienes.<br />
—Buenecitas, pues.<br />
—Muéstramelas.<br />
—Si están como siempre.<br />
—Quién sabe.<br />
—Míralas.<br />
Las tomé en las mías y les acaricié las palmas, suaves como el raso.<br />
—¿Tienen algo? —me preguntó.<br />
—Como las mías pueden estar ásperas...<br />
—No las siento yo así. ¿Qué hiciste tú en la montaña?<br />
—Sufrir mucho. Nunca creí que se afligirían tanto con mi despedida, ni que me causara<br />
tanto pesar decirles adiós, particularmente a Braulio y a las muchachas.<br />
—¿Qué te dijeron ellas?<br />
—¡Pobres! Nada, porque las ahogaban sus lágrimas: demasiado decían las que no<br />
pudieron ocultarme... Pero no te pongas triste. He hecho mal en hablarte de esto. Que al<br />
recordar yo las últimas horas que pasemos juntos, te pueda ver como hoy, resignada,<br />
casi feliz.<br />
—Sí —dijo volviéndose para enjugarse los ojos—; yo quiero estar así... ¡Mañana, ya<br />
solamente mañana!... Pero como es domingo, estaremos todo el día juntos: leeremos<br />
algo de lo que nos leías cuando estabas recién venido; y debieras decirme cómo te<br />
agrada más verme, para vestirme de ese modo.<br />
—Como estás en este momento.<br />
—Bueno. Ya vienen a llamarte a comer... Ahora, hasta la tarde —agregó<br />
desapareciendo.<br />
Así solía despedirse de mí, aunque en seguida hubiésemos de estar juntos, porque lo<br />
mismo que a mí, le parecía que estando rodeados de la familia, nos hallábamos<br />
separados el uno del otro.<br />
LIII