MARIA - Jorge Isaacs
La historia de amor de Maria y su primo Efrain, que trancurre en los paisajes de El Cerrito, Valle de Cauca, y en el que los protagonistas luchan por mantener su amor en medio de la enfermedad y la distancia. Efraín y María están juntos durante tres meses, al cabo de los cuales el joven debe viajar a Londres para completar su educación. Cuando regresa, dos años después, descubre que María ha muerto. Efraín no encuentra consuelo, y parte, sin saber muy bien a dónde. La novela, la única que alcanzó a publicar Isaacs, se destaca por darle gran importancia a la descripción del paisaje, así como por la calidad artística de su prosa. La novela objeto de estudio, más que una novela, es un poema en prosa o una novela escrita en una prosa plenamente poética; muestra intrínsecamente que no se trata solo de retórica metafórica cuando Felde la ha clasificado como «la flor más pura e inmarcesible del romanticismo hispanoamericano; sin historia, sin política, sin filosofías; sin nada más que el simple patetismo del sentimiento y la pintura simple de la naturaleza y del ambiente humano; la esencia de su estilo».
La historia de amor de Maria y su primo Efrain, que trancurre en los paisajes de El Cerrito, Valle de Cauca, y en el que los protagonistas luchan por mantener su amor en medio de la enfermedad y la distancia.
Efraín y María están juntos durante tres meses, al cabo de los cuales el joven debe viajar a Londres para completar su educación. Cuando regresa, dos años después, descubre que María ha muerto. Efraín no encuentra consuelo, y parte, sin saber muy bien a dónde.
La novela, la única que alcanzó a publicar Isaacs, se destaca por darle gran importancia a la descripción del paisaje, así como por la calidad artística de su prosa.
La novela objeto de estudio, más que una novela, es un poema en prosa o una novela escrita en una prosa plenamente poética; muestra intrínsecamente que no se trata solo de retórica metafórica cuando Felde la ha clasificado como «la flor más pura e inmarcesible del romanticismo hispanoamericano; sin historia, sin política, sin filosofías; sin nada más que el simple patetismo del sentimiento y la pintura simple de la naturaleza y del ambiente humano; la esencia de su estilo».
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XXI<br />
Al día siguiente al amanecer tomé el camino de la montaña, acompañado de Juan Angel,<br />
que iba cargado con algunos regalos de mi madre para Luisa y las muchachas.<br />
Seguíanos Mayo: su fidelidad era superior a todo escarmiento, a pesar de algunos malos<br />
ratos que había tenido en esa clase de expediciones, impropias ya de sus años.<br />
Pasado el puente del río, encontramos a José y a su sobrino Braulio que venían ya a<br />
buscarme. Aquél me habló al punto de su proyecto de caza, reducido a asestar un golpe<br />
certero a un tigre famoso en las cercanías, que le había muerto algunos corderos.<br />
Teníale seguido el rastro al animal y descubierta una de sus guaridas en el nacimiento<br />
del río, a más de media legua arriba de la posesión.<br />
Juan Angel dejó de sudar al oír estos pormenores, y poniendo sobre la hojarasca el cesto<br />
que llevaba, nos veía con ojos tales cual si estuviera oyendo discutir un proyecto de<br />
asesinato.<br />
José continuó hablando así de su plan de ataque:<br />
—Respondo con mis orejas de que no se nos va. Ya veremos si el valluno Lucas es tan<br />
jaque como dice. De Tiburcio sí respondo. ¿Trae la munición gruesa?<br />
—Sí —le respondí— y la escopeta larga.<br />
—Hoy es el día de Braulio. El tiene mucha gana de verle hacer a usted una jugada,<br />
porque yo le he dicho que usted y yo llamamos errados los tiros cuando apuntamos a la<br />
frente de un oso y la bala se zampa por un ojo.<br />
Rio estrepitosamente, dándole palmadas sobre el hombro a su sobrino.<br />
—Bueno, y vámonos —continuó—: pero que lleve el negrito estas legumbres a la<br />
señora, porque yo me vuelvo; —y se echó a la espalda el cesto de Juan Angel,<br />
diciendo—: ¿Serán cosas dulces que la niña María pone para su primo?...<br />
—Ahí vendrá algo que mi madre le envía a Luisa.<br />
—Pero ¿qué es lo que ha tenido la niña? Yo la vi ayer a la pasada tan fresca y lúcida<br />
como siempre. Parece un botón de rosa de Castilla.<br />
—Está buena ya.<br />
—Y tú ¿qué haces ahí que no te largas, negritico? —dijo José a Juan Angel—. Carga<br />
con la guambía10 y vete, para que vuelvas pronto, porque más tarde no te conviene<br />
andar solo por aquí. No hay que decir nada allá abajo.<br />
—¡Cuidado con no volver! —le grité cuando estaba él del otro lado del río.<br />
Juan Angel desapareció entre el carrizal como un guatín asustado.