01.08.2018 Views

La sirena varada: Año II, Número 9

El noveno número de "La Sirena Varada: Revista literaria"

El noveno número de "La Sirena Varada: Revista literaria"

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—¡¿Qué diablos es este lugar?! ¿Quién<br />

eres? —gritó Julio nuevamente, lleno<br />

de frustración y coraje.<br />

—¿Quién soy yo? —respondió aquella<br />

voz femenina e infantil detrás de Julio.<br />

Él giró con rapidéz y esta vez pudo ver<br />

a quien le hablaba. Era una niña pequeña,<br />

que parecía no tener más de cinco<br />

años; llevaba un largo vestido blanco<br />

sin ningún tipo de adorno, sus ojos azules<br />

y sus facciones delicadas e infantiles<br />

la hacían lucir muy inocente, su cuerpo<br />

era sumamente delgado y su piel casi<br />

tan blanca como las conchas que se hallaban<br />

en la playa. <strong>La</strong> pequeña le sonrió<br />

y continuó—. Yo no soy nadie. <strong>La</strong> pregunta<br />

aquí es, ¿quién eres tú?<br />

—Yo... —Julio tardó unos segundos en<br />

responder, respiró profundo y trató de<br />

que tragarse su enojo—. Mi nombre es<br />

Julio. ¿Cómo te llamas tú? —la pequeña<br />

sonrió, entretenida, y movió la cabeza<br />

de una lado a otro en señal de negación.<br />

—No te estoy preguntando tu nombre,<br />

te estoy preguntando quién eres tú.<br />

—Por eso, te estoy diciendo que soy<br />

Julio... ¿Vas a decirme tu nombre o solo<br />

te vas a estar burlando de mí? —exclamó<br />

Julio, molesto. <strong>La</strong> pequeña solo suspiró.<br />

—Si no sabes quién eres tú, ¿cómo<br />

pretendes saber quién soy yo? —la pequeña<br />

volvió a reír—. Nunca he entendido<br />

esa necesidad de ustedes de darle<br />

un nombre a todo lo que les rodea,<br />

pero si tanto te importa, entonces puedes<br />

llamarme... —la pequeña pensó un<br />

poco y, tras unos segundos, respondió—:<br />

Puedes llamarme Vremya… Sí,<br />

sería bonito que alguien me llame así.<br />

—Vremya... ¿Pero quién eres tú? ¿Cómo<br />

llegué hasta aquí? ¿Dónde estamos? —preguntó<br />

Julio, aún desesperado. Vremya lo<br />

tomó de la mano y comenzó a caminar, Jalando<br />

a Julio consigo.<br />

—Haces muchas preguntas. Mejor<br />

guarda silencio y disfruta el paisaje; últimamente<br />

no se ven muchos lugares así<br />

de hermosos de donde tú vienes —atinó<br />

a responder Vremya, sin dejar de sonreír.<br />

—¿Cómo qué de donde yo vengo…?<br />

Mira, eso no importa ahora, no puedo<br />

estar así de tranquilo, tengo que regresar,<br />

tengo que salvarlas, ellas no...<br />

—No puedes salvar a nadie si ni siquiera<br />

sabes quién eres... —respondió<br />

Vremya, soltando la mano de Julio.<br />

—¡Eso es una tontería! ¡Ellas me necesitan!<br />

No puedo estar aquí tan... —Julio<br />

volteó a ver a Vremya, pero ella ya no<br />

estaba a su lado.<br />

—¡Ven acá! El agua está deliciosa. ¡Ven<br />

a jugar conmigo! —gritó Vremya, parada<br />

en el agua cerca de la playa, después se<br />

puso a chapotear con los pies. Julio la<br />

miró un tanto confundido, y poco a poco<br />

se fue acercando a ella—. Anda, el agua no<br />

te va a hacer nada, ven aquí —tras dudar<br />

un momento, Julio se quitó los zapatos,<br />

subió un poco sus pantalones y entró al<br />

agua hasta que esta le cubrió los pies por<br />

completo—. ¿Verdad que está deliciosa?<br />

—Por favor, no es momento para estar<br />

jugando. Tengo que ayudar a Carolina<br />

y a Eira, sino...<br />

—¿Sino qué? —Vremya detuvo el chapoteó<br />

y preguntó con un tono de voz<br />

lúgubre, mirando fijamente a Julio.<br />

—Ellas pueden morir... —al escuchar<br />

esto, Vremya soltó un suspiro y todo a<br />

su alrededor se oscureció. Julio, desconcertado,<br />

solo pudo sentir un terrible<br />

frio, y no pudo evitar cerrar los ojos.<br />

Segundos después, una sensación cálida<br />

invadió su cuerpo.<br />

—Abre los ojos. Eres muy temeroso —dijo<br />

Vremya. Julio hizo caso y abrió los ojos lentamente.<br />

<strong>La</strong> playa había desaparecido, y en<br />

su lugar se encontraban en un pequeñísi-<br />

119

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!