La sirena varada: Año II, Número 9
El noveno número de "La Sirena Varada: Revista literaria"
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y un par de clientes cada día, en poco<br />
tiempo podrá juntar para saldar un<br />
mes del alquiler y tranquilizar a doña<br />
Azcurra. El crío llorará de a ratos, pero<br />
se terminará acostumbrando a esas escapadas<br />
cotidianas. Hasta que le salga<br />
algo mejor, piensa la Sole, que así vestida<br />
es ya la Yénifer.<br />
Un par de días más tarde, cuando la<br />
policía, acompañada por doña Azcurra,<br />
abre el cuarto, el olor dulzón a mierda<br />
y leche en polvo les voltea la cara. Un<br />
enjambre de moscas circunda la cuna.<br />
Desde el rincón el televisor sigue destellando<br />
imágenes. Una mujer policía,<br />
apretando la boca, espanta las moscas<br />
y con la mirada confirma el desenlace<br />
a los demás. Cubre el pequeño cadáver<br />
con una toalla mientras en la tele por<br />
enésima vez, sin pudor, se corporiza la<br />
desnudez de la Sole, semienterrada en<br />
un baldío. En el vértice superior derecho<br />
de la pantalla, en un recuadro, la foto<br />
borrosa del presunto femicida. Doña Azcurra<br />
refunfuña mordiendo las palabras:<br />
«¿Y ahora quién carajo me va a pagar los<br />
dos meses de alquiler?». Selfies. Imágenes.<br />
Los agentes colectando pruebas.<br />
Pidiendo instrucciones por teléfono.<br />
Los primeros fotógrafos. <strong>La</strong> histeria artificiosa<br />
de Alcira. Vecinos que fingen indignación.<br />
<strong>La</strong> mirada curiosa de alguna<br />
otra Sole que quiere ser Yénifer. Y la tele<br />
que, insaciable, pide más.<br />
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