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Abuso_sexual_infantil_digital uruguay

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Introducción<br />

Para explicar gráficamente lo que se ha desarrollado en la parte I sobre el<br />

abuso <strong>sexual</strong> <strong>infantil</strong> y cómo se relaciona con lo que se desarrollará en esta<br />

parte, se podría recurrir a la imagen de un iceberg.<br />

Todo lo que se ha desarrollado es la masa de hielo oculta bajo la superficie<br />

del agua, aquello que no se ve, pero que se sabe es de dimensiones amplias<br />

y desconocidas. Esa enorme masa oculta es lo que se ha descrito hasta ahora<br />

en términos de qué es as, qué conductas lo constituyen, cómo se desarrolla<br />

la conducta <strong>sexual</strong>mente abusiva, qué hace que un niño sea abusado, que un<br />

adulto abuse y que en una familia se den este tipo de situaciones.<br />

Lo que sobresale de la superficie del agua, la punta del iceberg, ese pedazo<br />

de hielo pequeño en comparación con la masa que queda por debajo,<br />

asoma y advierte al navegante del peligro existente. En el as, la punta del<br />

iceberg avisa de lo que estuvo ocurriendo con el niño o niña puertas adentro<br />

y fuerza a corregir la dirección de la travesía. El correcto diseño de este<br />

camino es la intervención. Cuando la intervención es exitosa, la protección<br />

del niño puede estar garantizada. Cuando falla, el niño queda desprotegido<br />

y vulnerable, incluso más que antes. Una intervención fallida garantiza que<br />

la siguiente requerirá de mayores esfuerzos y tendrá mayores probabilidades<br />

de fallar. Cada intervención fallida aleja más y más al niño de la protección.<br />

Por eso, la detección y el diagnóstico son los dos primeros pasos, necesarios<br />

y vitales, para poner en marcha el proceso de intervención. Lo<br />

que se haga en estos dos primeros pasos marcará el ritmo —y el éxito o el<br />

fracaso— de la intervención. Pero, por todo lo que se ha explicado hasta<br />

ahora, es posible afirmar que la eficacia de la intervención no dependerá<br />

solamente de la actuación adecuada desde el inicio, sino también de los<br />

pasos subsiguientes.<br />

Una niña de seis años, con hallazgos físicos compatibles con as y un<br />

diagnóstico psicológico confirmado tanto por los forenses como por su psicóloga<br />

particular, luego de menos de un año de no estar en contacto con<br />

su padre, acusado del abuso, reinicia el contacto con él a través de visitas<br />

supervisadas por una trabajadora social. La medida, ordenada por una jueza<br />

de familia, es justificada desde el juzgado por el paso del tiempo y la necesidad<br />

de la niña de crecer en contacto con su padre. El abogado patrocinante

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