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LAS MUJERES Y LOS MEDIOS
El riesgo y la valentía que suponen sus canciones son dignos de alabanza por
convertirse en voz de lo minoritario, de lo marginal. El flamenco puro, hoy por hoy,
ya no es un ejemplo de nuestra cultura marginal, ni popular, ha pasado a convertirse
en una forma musical erudita, para entendidos, como le sucediera a la ópera,
al jazz.
Este tipo de manifestaciones musicales sí se corresponden con la nueva marginalidad
expresándose en un neobarrialismo, que llama Alabarces (2008). La
institucionalización de las músicas populares marginales deja espacios de resistencia
cultural y juvenil, como lo hiciera el rock y ahora el hip hop.
Este tema es un relato en toda regla. De los variados temas amorosos, cantados
en primera persona, como apelativos a un segundo que está o no escuchando, se
pasa a este texto que compone una historia de narrador omnisciente dando paso
del discurso indirecto al directo, dando paso a la voz de la protagonista en alguna
ocasión, y dejando también presente la figura del narratario en la apelación a un
oyente indeterminado (“Ya sabes, para no sentirse sola”). El valor de ser mujer y
cantar en este género viene aumentado por el de contar una historia de otra mujer,
y además niña. La reivindicación social sobre la educación de los menores y el
poder del ejemplo y la imitación de los mayores queda patente. De modo indirecto
también se denuncia la masculinización a la que se ve sometida la mujer cuando
entra en una actividad de hombres, a base de fomentar un carácter, cuando menos,
rudo aunque su envoltorio físico fuera el de ropas caras, que era lo que quería conseguir
dedicándose al tráfico de drogas. La indefensión por ser mujer es otra marca
que obliga a la defensa con un arma de fuego. El uso de palabras malsonantes (se
vieron en Las Niñas y se verán más, y aun peores, en Rakel Winchester) es un síntoma
de igualación en negativo que han sufrido las cantantes femeninas más
coetáneas en su búsqueda de un similar nivel con respecto a los cantantes masculinos
de signos musicales parecidos, aunque, por otra parte, nada disimilar a lo que
se podría oír en la calle en chicas de determinadas edades y perfiles culturales.
La cara opuesta en este mismo año la pone Pastora Soler 58 , más comercial.
Este es el año de su Corazón congelado. Esta artista ha sufrido una evolución hasta
llegar a esta etapa más frívola, pop, desde unos inicios de copla (su primer disco
de 1994 se llamaba Nuestras coplas, de Polygram Ibérica), para terminar en su estadio
actual con letras más pensadas, menos bailables. Con aspecto poco andaluz,
entre rubia y pelirroja a veces, ojos claros, sus canciones se asoman de nuevo al
amor, con un aire parecido al de la cantante Merche, ambas representantes de este
estilo pop. Es de Coria del Río (Sevilla) y cuenta ya con siete trabajos, el último vinculándola
al compositor gaditano Antonio Martínez Ares, a partir del disco Toda mi
verdad, con canciones para retomar sus raíces después de haberlas abandonado,
unas raíces más flamencas, más copleras.
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http://www.pastorasoler.eu/.
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