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Las mujeres y los Medios de Comunicación
oyente competente. Se hace referencia a un paisaje, a un lugar concreto y a unas
circunstancias de acción que encajan con la cultura andaluza, un episodio sobradamente
conocido por los andaluces que sí tienen las claves de lectura: es un amor
surgido en el camino de ida de la peregrinación hacia El Rocío. Éste es un locus
habitual en la copla, en la canción folklórica y el flamenco, que veremos en varias
ocasiones en su vertiente lúdica y en su vertiente religiosa. Se mezclan pues dos
elementos tópicos, uno de ellos identitario, la celebración religiosa popular andaluza
y el amor heterosexual entre jóvenes peregrinos.
CÁNTAME
Yo iba de peregrina y me cogiste de la mano.
Me preguntaste el nombre, me subiste a caballo.
Fuimos contando las flores que salen nuevas en
mayo,
y me di cuenta enseguida que estabas enamorado.
Estribillo
Cántame, me dijiste cántame, cántame por el
camino y
agarrada a tu cintura te canté a la sombra de los
pinos.
Mirando estabas para el cielo en la mitad de La
Raya.
Me acariciaste el pelo, me besaste en la cara.
Sonrojá miré para el cielo para no mediar palabra
y soltaste un te quiero que se me clavó en el alma.
Estribillo.
Cuando la noche caía y el frío más se calaba,
tu sonrisa busqué en la sombra para recrearme en
tu cara.
Tú cogiste la guitarra y yo canté por sevillanas,
y bailaron las estrellas que desde el cielo nos
miraban.
Estribillo.
Me despertaste temprano, aún quedaban estrellas.
Los dos rompimos llorando cuando saltaron la
reja.
Es mi virgen del Rocío la que a la puerta se
asoma,
Viva la madre de Dios, viva esa Blanca Paloma.
Estribillo.
La representación de los personajes también es tópica. Se construye a una
mujer pudorosa que se sonroja y que aprovechando la oscuridad busca la visión del
rostro del amado, hecho muy comentado en cine por ser usado por modelos patriarcales
de mujer: la que es mirada descaradamente por el personaje hombre pero que
no puede mirar o no debe hacerlo. El personaje masculino aparece decidido,
tomando la iniciativa, cortejando y besando. Y ambos cantan y bailan, tópico de
nuevo de los nativos de esta tierra, aunque encajados en el contexto rociero puede
ser síntoma de una actividad tematizada en su lugar adecuado.
Tanto para hombre como para mujer, este texto, ejemplifica el tipo de música
lúdica para todo tipo de público, preferentemente maduro, al que va dirigido el trabajo
de la cantante sevillana. Las sevillanas Cántame, del álbum Cátame sevillanas
(Senador), de Rafael González–Serna, llegan en un año 1988 y se expanden en el
siguiente, año del boom de las sevillanas en todo el país, con la consabida proliferación
de academias de baile en todo el territorio español y locales para practicar y
enseñar lo bien que se había aprendido. María del Monte no acostumbra a acompañar
su actuación con baile por sevillanas, manteniéndose dentro de una
sobriedad interpretativa, pero las sevillanas en sí mismas son consideradas tradi-
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