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LAS MUJERES Y LOS MEDIOS
identitario y de cohesión social” (2005: 362), utiliza un corpus de sesenta y siete
canciones de diversos géneros, no de mujeres cantantes, como se hará aquí, sino
de solistas o grupos, pero analizando el papel de la mujer en los diversos temas
musicales. Tras el análisis, llega a la conclusión de que el papel de la mujer en las
canciones de su país es un papel marginal, bien es verdad que con ciertas diferencias
con respecto al nivel económico y cultural del que parte o refleja la canción:
cuanto más marginal es el género musical, más marginal es el papel de la mujer,
queda fuera de un universo preferentemente masculino. Juan Gómez Capuz (2004),
por su parte, ha trabajado sobre las letras del pop español en busca de recursos
retóricos. Él mismo también resume que a pesar de la idea de escasa calidad y
banalidad de las letras del pop, tras un análisis de temas de Duncan Dhu, Mecano,
Gabinete Caligari, Cómplices, Alejandro Sanz, La oreja de Van Gogh y Amaral, llega
a la conclusión de que muchas de ellas pueden tener cierta calidad literaria y también
inquietud social, demostrando que las letras del pop son una excelente
muestra de literatura marginal. No vamos a afirmar que la canción de consumo
pueda ser entendida como la nueva literatura oral, pero tampoco vendría mal recordar
que son muchos los cantantes que adaptan obras literarias, poemas, o que
recuperan canciones del cancionero popular de transmisión oral, muchos de ellos
vinculados a la cultura infantil. Así lo afirma Eva Mariñas (2006) en un trabajo sobre
música, literatura y cultura de masas.
En las mujeres cantantes andaluzas se observará una evolución que nos aleja de
esta misma conclusión citada de Paloma Muñoz, no tan lejana en nuestras letras
en la canción de folklóricas, situación alentadora que hace que también la imagen
de la mujer andaluza y sus representantes artistas cantantes haya salido en estos
veinte años, “poquito a poco” como diría Chambao, de una situación anclada en
una tradición tópica oscura para adentrarse en una modernidad clara con paso muy
firme e irreversible, pero sin perder sus señas identitarias. En comparación, son
numerosos los dedicados a mujeres en la copla, incluso existe uno de un tema que
consideramos básico en la construcción de la imagen audiovisual, el de Presentación
Ríos (2007) sobre la indumentaria y actitudes corporales en la canción
española.
Algunas de ellas son raperas, hiphoperas, reflejo y testimonio vivo de una realidad
que existe en Andalucía, que ya no es sólo la de volantes y lunares, si es que
alguna vez lo fue así. Los movimientos sociales, las tribus urbanas también existen
en nuestra Comunidad Autónoma, aunque parezca que muchos se resistan a creerlo.
Como en cualquier otra comunidad o país, en las grandes ciudades andaluzas
hay barrios periféricos y, en ellos, jóvenes rebeldes contra la exclusión social que
padecen, y no sólo chicos, también mujeres que padecen esta doble marginalidad
y que elevan sus voces y sus cuerpos enteros para advertir que existen y que no
les gusta lo que tienen y ven por encima de ellas. La cultura rap, como “leguaje de
los bordes”, de las fronteras, estudiada por Celso Rosa (2007) para el caso de Sâo
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