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Las mujeres y los Medios de Comunicación
leyes no se cumplen (pensemos en las normas que dictan igual salario para igual
trabajo) pero, a pesar de las barreras manifiestas o encubiertas que aun deben ser
derribadas, se han conseguido mejoras legales como las que permiten acceder a
todo tipo de trabajo o la protección de la maternidad. Y siguen siendo muy llamativas
las diferencias entre el llamado Primer Mundo y el resto de los países.
También se encuentra ahora en proceso el gran debate ideológico sobre el paso
desde el feminismo de la igualdad hacia el feminismo de la diferencia y la búsqueda
del objetivo definitivo que aún se percibe lejano: la “paridad total”, que todavía no se
ha logrado. Como resumen se puede afirmar, en palabras de Amelia Valcárcel que
“en el feminismo conviven vindicaciones y explicaciones, si bien las primeras han
precedido por lo general a las segundas. Es una filosofía política con sus propios clásicos
que lleva casi tres siglos a sus espaldas” (Valcarcel, 2000, 22). Estos impulsos
han generado un amplio movimiento de cambio social y eso es lo más importante
porque aunque se hable continuamente de lucha, una lectura decisiva del feminismo
y de las actitudes de las mujeres más avanzadas y preocupadas por estos temas, es
la educativa. Enseñar al mundo qué son realmente las mujeres y educar a las nuevas
generaciones en la línea adecuada para que la paridad se produzca.
Ese es el gran objetivo porque hay que dejar patente que con relación a los procesos
de cambio y de progreso social, se percibe una nueva faceta en el papel que
juegan las mujeres en el momento actual. Hay que reconocer que, en este mundo
de hoy, la cultura occiden tal, postindustrial y tecnológica, tiñe con visos de uniformidad
amplias zonas del planeta. Y es, precisamente, en esta sociedad
contemporánea donde se percibe el giro hacia la construcción de una imagen
nueva, rica, renovada y profunda de esa presencia de las mujeres. Pre sencia que
aunque nunca faltó en épocas pasadas, hoy está en la punta de lanza de la actualidad
porque las mujeres, al cambiar, contribu yen al cambio social e, incluso lo
determinan con la fuerza de su propio cambio.
Y en relación con los procesos de cambio y progreso social, se percibe una
nueva y revolucionaria faceta en el papel que juegan las mujeres en el mundo de
hoy: Si la mujer ideal había sido definida como la trasmisora de los valores y como
la figura que mantenía lo establecido y la tradición, es decir como una instancia conservadora,
hay ya que ir cambiando esta imagen, puesto que a través de su propia
dinámica de cambio, las mujeres contribuyen, o al menos propicia y favorecen la
renova ción social. Hoy ya, por una amplia serie de circunstancias, los roles sociales
de las mujeres están cambiando velozmente, casi a la cabeza del cambio de los
demás aspectos de la sociedad y eso dará mejores oportunidades tanto a las mujeres
como a los hombres (Loscertales, 2006). Aunque todavía no son muy
abundantes, se ven ya síntomas muy interesantes en las formulaciones publicitarias
y las reglamentaciones laborales por citar dos de los territorios donde más
duramente se marca ban las desigualdades contra las mujeres.
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