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Las mujeres y los Medios de Comunicación
Paulo, encuentra su espejo en la tendencia andaluza: marca social de exclusión,
acompañada de un estilo de baile y otro de vestir, con letras relacionadas con la
amistad, el capitalismo, el mundo de la droga y un fuerte sentido de identidad dentro
de la exclusión. Otra marca es la del “repentismo”, la improvisación, fenómeno
también propio de la cultura popular (Díez–Pimienta, 1998).
Y no sólo tenemos hip hop o rap puros, también muchos otros ritmos fusionados
con otros de nuestras raíces, sin complejos, como parte de nuestra
idiosincrasia. La música fusión ha tenido mucho éxito de producción y ventas en
las últimas décadas, en especial la música mediterránea, polémico concepto. Los
etnomusicólogos rechazan esta etiqueta de “música mediterránea” al entender que
la multiplicidad, por la amplitud geográfica, impide poder encontrar una mínima
homogeneidad entre la gran variedad existente, partiendo de la idea de que este
concepto es “una noción para la publicidad y los agentes de viajes: un repertorio o
una categoría de actuación dirigida sobre todo a los turistas. Es un concepto de
mercadotecnia que ofrece una ilusión de coherencia, y es especialmente útil para
recaudar fondos para los festivales de música” (Plastino, 2005: 15).
Y junto a la fusión de ritmos, también tenemos fusión de textos. La intertextualidad
musical, la referencia a otras canciones en el interior de una, elementos que
recuerdan a otras, podemos encontrarlos en algunos casos, recuérdese el famoso
Aserejé. No nos quedamos fuera de ninguno de los fenómenos musicales más contemporáneos.
Esta misma intertextualidad es entendida como esquema narrativo
musical que en nuestros días recurre al tópico musical con intenciones cínicas e irónicas
en la hibridación propia postmoderna de la era global (López Cano, 2005).
Pero si la fusión nos caracteriza no es sólo por modernidad sino por ancestralidad.
El propio flamenco, independientemente de las polémicas sobres sus orígenes o
sus filiaciones y vinculaciones a otras comunidades autónomas, según afirman algunos
estudiosos, sólo podría darse en Andalucía por la zona geográfica apropiada
para fusionar culturas. Rolf Bäker apunta que sólo podría generarse aquí por las raíces
árabes y judías existentes, pero que, hoy por hoy, no es exclusivo de Andalucía:
con dos protagonistas, el gitano y el pobre, el flamenco se convierte en el emblema
de la marginación social, del “lumpen proletario” andaluz, una expresión sonora trágica
que aproxima al cante jondo, según él, a la representación de la Sicilia de
España (visión muy próxima al tópico de la Andalucía trágica según nuestro parecer),
además de suponer un canto “reivindicativo de la cultura andaluza, se
mezclaba la queja de la decadencia que sufrió Andalucía tras la caída de Al–Andalus”
(2005: 112). Sobre la relación entre el flamenco y la cultura andaluza, Bäker
afirma que son dignos de mención los siguientes aspectos (2005: 117):
• La reciprocidad de las identificaciones, es decir, el flamenco sirve en la misma
medida para construir una identidad andaluza como Andalucía o lo andaluz sirven
para crear una identidad flamenca.
• La creación de las identidades, tanto la andaluza como la flamenca, funciona a
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