2019 – Libro Oficial de Fiestas de Moros y Cristianos de Ibi
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Mare de Déu
EL PRIMER MANTO QUE LUCIÓ LA IMAGEN DE LA VIRGEN
Antonio Castelló Candela
[…] El destierro es para el varón pena tan grande,
que no se concibe cómo los que lo han sufrido
alguna vez han podido después descargarla sobre
la cabeza de los demás… […].
GREGORIO MARAÑÓN, Tiberio. Historia de un
resentimiento.
A
l pie de mi último artículo
redactado y publicado en el
año 2015 en esta misma
revista, titulado Los ornamentos
de la imagen de la Virgen,
rezaba al pie: Va titulado el presente
artículo con el guarismo (1), con la
intención de hablar en próxima ocasión,
Dios lo quiera, de los mantos que se
conservan de la imagen de la Virgen.
Sinceramente he tardado y dudado
en ponerme de codos para aclarar de
manera documentada, fehaciente y
definitiva el origen del primer manto que
lució la imagen de la Virgen, simplemente
por temor a poner en manos de personas
no suficientemente preparadas, aunque,
es posible bien intencionadas, su
restauración y, yo mismo, lamentaría
cualquier desaguisado en una prenda
que es una verdadera joya perteneciente
por derecho propio a la historia de la
devoción a la Patrona y, por ende, a la
historia de la Villa de Ibi.
Quizá puede ser el tono del párrafo
anterior un tanto severo, pero la experiencia
nos avisa que, toda precaución es
poca en estas cuestiones y la frivolidad
con que en ocasiones son tratados
algunos objetos o prendas que pertenecen
al patrimonio histórico del común de
la Villa nos hacen ser severos y, como
anillo al dedo viene el recordar lo que
escribía un servidor de ustedes en esta
misma revista en el año 2006 con
ocasión de celebrarse el 150 Aniversario
de la confección de las prendas de la
Virgen y vestirla con el escapulario y el
vestido del Niño Jesús que, milagrosamente,
se habían conservado y,
posteriormente, restaurado por
personas altamente cualificadas.
Decíamos literal entonces:
[…] Y, así mismo, se celebra el 150
aniversario de la confección del vestido
que se le ofrecieron a la Virgen -por parte
de todos los vecinos de la Villa-, como
ofrenda por haber librado a Ibi del cólera
que azotó a toda España en 1855. La
peripecia de haberse conservado alguna
de estas prendas -verdaderas joyas del
más clásico bordado valenciano- hasta la
fecha, es digna de figurar en los anales
de la historia de Ibi y, también, de
merecer las más cuidadas atenciones
por parte de las autoridades, ya eclesiásticas,
ya civiles.[…].
Remito al lector al Acta de la
restauración del escapulario y manto del
Niño Jesús de 1856 efectuada en 1995 y
1996 que se encuentra trascrita en el
libro RECUERDOS DE AMOR Y
GRATITUD QUE LOS HIJOS DE IBI
DEDICAN A NTRA. SRA. DE LOS
DESAMPARADOS. En la mencionada
acta se da fe de los minuciosos informes
técnicos que se llevaron a efecto, tanto
en Valencia por expertos en bordados
antiguos, como por don Ramón
Castañer, catedrático de dibujo, que
redactó un extenso informe sobre el gran
valor de estas prendas urgiendo su
restauración y, además, que esta tuviese
las suficientes garantías de fidelidad al
origen de las prendas. Todos los técnicos
consultados se admiraron de la riqueza
de las mismas, no quedando nada a la
improvisación ni al albur de aficionados
bienintencionados. No podemos menos
de afirmar que, las gestiones que realizó
la Junta de las Camareras de la Virgen
durante el proceso de recuperación y
restauración de estas emblemáticas
prendas de la imagen de Ntra. Sra. de los
Desamparados, fue impecable y modelo
a seguir en cualquier cuestión similar.
Esperemos que tanta atención y
profesionalidad artística haya sido
respetada estos últimos veinticinco años.
La experiencia que, personalmente,
nos ha dado la lectura de miles de
documentos referentes a la historia de Ibi
y, especialmente, testamentos, inventarios
y almonedas, podemos afirmar que
las familias más pudientes de Ibi del siglo
XVII y XVIII tenían a gala el adornar sus
casas con imágenes religiosas ya fuesen
dibujos, grabados o esculturas de los
santos de su particular devoción, algunas
de ellas verdaderas obras de arte que
muy bien pudieran figurar en cualquier
museo de arte sacro.
Simple muestra de lo anterior son
los frescos de la Casa Gran; el Santo
Tomás de Aquino con su correspondiente
armario; la Mare de Deu del Rozer de
Nicolás Borrás y Nuestra Señora de los
Desamparados, cuadro de Cofradía
fechado en 1709; el desaparecido cuadro
de los Cuatro Franciscos, así como el
terno que regaló a la parroquia el
canónigo valenciano Miguel Ángel de
Ribelles y de Valero, verdadera joya del
bordado valenciano¹ .
La piedad ibense fue, desde 1731, en
que cierto devoto había dexado una
Santa Imagen de Ntra. Sra. de los
Desamparados para la dicha iglesia,
generosa por demás en todo lo concerniente
a la Virgen² . Y una circunstancia
más se añadiría para que la advocación
Mater Desertorum o Virgen de los
Desamparados fuese sentida de manera
especial por muchos ibenses: el nuevo
exilio de algunos de ellos en la Guerra de
Sucesión³ .
Algunos miembros de las familias
de los Ferrando⁴ y los Samper formaron
esta nueva diáspora ibense en este
nuevo conflicto guerracivilista, no menos
violento que el de las Germanías, aunque
el sentimiento ibense ya había arraigado
suficientemente en los exiliados y no
perdían ocasión de demostrar su amor a
la tierra y a sus tradiciones. Buena
prueba de ello son las donaciones
efectuadas por miembros de estas
familias que merecen ser recordadas
como ejemplo de amor a Ibi. Hoy
intentaremos, aunque brevemente, tal
como va al principio de este escrito, dar fe
del origen y la peripecia de la donación
del primer manto que lució la Virgen
después de la donación de su imagen⁵ .
Sobre Francisco Ferrando hemos
hablado en alguna que otra ocasión,
loando su figura y la importancia de los
cargos que ostentó en la corte del
Emperador Carlos VI en Viena, pero en
esto de la investigación histórica siempre
hay que andar con pies de plomo, pues
de pronto aparece un rastro que
desconocíamos y que puede conducir-
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