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Revista-48Penumbria

¡Bienvenidos a Penumbria 48, nuestro primer número temático del año! También es el primer número donde participan las nuevas autómatas del equipo editorial: Edna Montes y Aglaia Berlutti, y los resultados fueron evidentes: 12 autores y 10 autoras de 7 nacionalidades diferentes (nuestro récord personal): Argentina, México, Venezuela, Perú, España, Honduras y Chile. Aunque en los números temáticos disminuye significativamente la participación, igual de significativo es el incremento en la calidad de los textos, resultando una antología robusta y maravillosa. El Tentáculo de obsidiada se lo llevó Nicolás Oleinizak, con su cuento “Caá Porá”, por contarnos su historia de terror folclórico con un lenguaje muy íntimo. Antes de adentrarse en estos bosques de la locura, los dejamos con un ensayo de Aglaia para saber y entender más sobre esta peculiar forma de contar historias de terror.

¡Bienvenidos a Penumbria 48, nuestro primer número temático del año! También es el primer número donde participan las nuevas autómatas del equipo editorial: Edna Montes y Aglaia Berlutti, y los resultados fueron evidentes: 12 autores y 10 autoras de 7 nacionalidades diferentes (nuestro récord personal): Argentina, México, Venezuela, Perú, España, Honduras
y Chile. Aunque en los números temáticos disminuye significativamente la participación, igual de significativo es el incremento en la calidad de los textos, resultando una antología robusta y maravillosa. El Tentáculo de obsidiada se lo llevó Nicolás Oleinizak, con su cuento “Caá Porá”, por contarnos su historia de terror folclórico con un lenguaje muy íntimo. Antes
de adentrarse en estos bosques de la locura, los dejamos con un ensayo de Aglaia para saber y entender más sobre esta peculiar forma de contar historias de terror.

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rosario. El nuevo Papa comprendió su terrible error y se lanzó desde el balcón. El viejo

Masterson volvió a aclararse la garganta y recorrió con la mirada los rostros de los niños.

Jorge, el hijo del panadero, fue el primero en levantarse. La piedra le dio al viejo justo entre

los ojos. Se fue de espaldas con un ruido seco. La lluvia de piedras duró varios minutos.

Cuando retiraron el cuerpo, los niños dirigieron sus miradas hacia la abuela Sanders. Por

su propio bien, le convenía haber preparado una buena historia.

Anadiomena

Jennifer Camacho

España

Cuando llegan al pequeño puerto de Milos, ya ha oscurecido. Milos. Le parece muy

romántico escoger una isla ciclada como primer viaje juntos, acompañarla al lugar que

ella tanto ama. Algunas familias cenan en las terrazas del paseo marítimo. Son los únicos

pasajeros del ferry que no arrastran una maleta. Guía ella, siguiendo las instrucciones que

le dio Petros la primera vez que se hospedó en el pequeño hotel Semiramis hace más

de veinte años. Ella le había hablado de Milos en incontables ocasiones, sobre todo del

paisaje lunar de Sarakiniko. En la penumbra de las calles griegas se puede adivinar que

está emocionada de haber vuelto.

En la recepción del hotel los espera Dionisis, hijo de Petros y actual regente del

Semiramis. También le había hablado mucho de la hospitalidad de la familia Argyreas. «Qué

pintoresco», destaca. El lugar se cae a pedazos. Pero el anfitrión se muestra encantador. La

habitación doble tiene un color amarillento. Las persianas, las sábanas, las pastillas para

ahuyentar los mosquitos. El balcón prometido es en realidad un patio a oscuras por el

que se accede a la habitación. «No es lo mejor de la isla, créeme», le asegura ella con una

sonrisa. Nunca la había visto tan feliz. «Lo mejor es Sarakiniko», dice dejando la mochila.

Luego se recuesta en la cama y lo invita a tumbarse junto a ella. «Mi Venus», lo dice sin

pensar. Luego, mientras fuma el piti postcoito, ella repite que mañana sin falta deben

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