19.04.2020 Views

Revista-48Penumbria

¡Bienvenidos a Penumbria 48, nuestro primer número temático del año! También es el primer número donde participan las nuevas autómatas del equipo editorial: Edna Montes y Aglaia Berlutti, y los resultados fueron evidentes: 12 autores y 10 autoras de 7 nacionalidades diferentes (nuestro récord personal): Argentina, México, Venezuela, Perú, España, Honduras y Chile. Aunque en los números temáticos disminuye significativamente la participación, igual de significativo es el incremento en la calidad de los textos, resultando una antología robusta y maravillosa. El Tentáculo de obsidiada se lo llevó Nicolás Oleinizak, con su cuento “Caá Porá”, por contarnos su historia de terror folclórico con un lenguaje muy íntimo. Antes de adentrarse en estos bosques de la locura, los dejamos con un ensayo de Aglaia para saber y entender más sobre esta peculiar forma de contar historias de terror.

¡Bienvenidos a Penumbria 48, nuestro primer número temático del año! También es el primer número donde participan las nuevas autómatas del equipo editorial: Edna Montes y Aglaia Berlutti, y los resultados fueron evidentes: 12 autores y 10 autoras de 7 nacionalidades diferentes (nuestro récord personal): Argentina, México, Venezuela, Perú, España, Honduras
y Chile. Aunque en los números temáticos disminuye significativamente la participación, igual de significativo es el incremento en la calidad de los textos, resultando una antología robusta y maravillosa. El Tentáculo de obsidiada se lo llevó Nicolás Oleinizak, con su cuento “Caá Porá”, por contarnos su historia de terror folclórico con un lenguaje muy íntimo. Antes
de adentrarse en estos bosques de la locura, los dejamos con un ensayo de Aglaia para saber y entender más sobre esta peculiar forma de contar historias de terror.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

No tenía corazón.

—Lo sé... —susurro la niña, sentía el sabor de la bilis en el paladar.

La anciana se quedó allí, petrificada, parecía muerta. Enna hizo un esfuerzo enorme

para bajar la vista de aquella enorme hendidura que tenía en su pecho...

“No te fijes en nada”, se reprendió.

“En nada... Sólo en el fuego”.

Suspiró.

Los minutos pasaban con tortuosa lentitud. Enna examinó sus manos sin apartarlas de

las llamas. Se fijó en cómo las marcas rojas de su mano izquierda describían algo parecido

a unas letras.

“Marl”.

Acercó más el rostro a las llamas, huyéndole al olor de putrefacción.

En ese momento un viento gélido azotó contra ella. Cruzó las hojas como si fuera una

espada. Agitando las ropas de los cadáveres, el cabello de su abuela.

Y el fuego...

Por un momento la mano de la niña quedó atrapada entre las brasas. El dolor fue tal

que no se pudo contener. Echó un grito estridente, aun intentando no moverse. Sintió

humedad en los ojos. De pronto no pudo parar de llorar. Cuando todo se detuvo, el cuerpo

le temblaba. Las manos le dolían tanto que hubiera querido arrancarlas. Y aunque no

deseaba observar, eso hizo.

“Marlon”.

Entre la carne quemada y las heridas estaba ese nombre.

—Abuela...—llamo la pequeña en voz temblorosa.

A lo lejos empezaron a oír el sonido de pisadas. De unos arbustos salió un hombre...

Jadeaba, estaba sucio de pies a cabeza. Su cabello había sido rapado, lucía un uniforme

militar raído, sin manga izquierda, con un arma escondida en el cinturón. Sus manos y el

traje estaban llenos de sangre. Seca y reciente.

—¿Qué ha pasado? —miró con confusión a la niña— Pensé que los habíamos cogido a

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!