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confluencias y estas tensiones de la mejor manera, procurando que se enmarquen dentro de las

posibilidades de acercarnos a mejores conclusiones y recomendaciones finales.

La primera tensión se presenta frente a la valoración que se le da a la participación social,

teniendo en cuenta las definiciones que se plantearon como punto de partida y para algunos

“...siempre ha habido participación juvenil, pero en lo que tiene que ver con la formalidad de

la participación de los movimientos juveniles en procesos políticos, de ciudad, de civilidad, en

procesos de organización, tanto culturales como temáticos, son muchas las debilidades, ya que

existe un fuerte escepticismo de los jóvenes frente a los procesos institucionales”, como lo afirma

Cesar Darío Guisao.

Otras personas consideran que hoy “hay un retroceso en la participación juvenil, se viene

diezmando la importancia que le dan los jóvenes a ser de una colectividad” (Sepúlveda).

“Acerca de la hipótesis del almendrón, esa cultura política está muy marcada por una excesiva

preponderancia del individualismo sobre lo público, es decir de una irrelevancia de lo colectivo,

por una exarcebación del interés individual, que se expresa en las prácticas más cotidianas, más

sencillas, más ordinarias, así como en las prácticas de la macro política, factor que dificulta

también el tipo de participación que tenemos. Lo otro es toda la relevancia que adquiere el

mercado y el consumo que hace precisamente que se exacerbe la perspectiva individualista o

el fin individualista. Son factores estructurales, mercado, tipo de estado, tipo de democracia,

historia política y cultura política” (Arias). Y que tiene su origen en lo que está pasando en el

contexto, donde la fragmentación de la sociedad, la anomia, el deponer el interés colectivo sobre

el individual, y que frente al referente societal este no está claro, hoy no está claro el escenario

de lo participativo, fácilmente un chico se mete a un grupo juvenil y termina siendo de un grupo

paramilitar, o está en un grupo juvenil y termina siendo de un grupo de izquierda, esos escenarios

siguen siendo muy desdibujados y entonces para los jóvenes es muy difícil la participación”.

(Sepúlveda).

El otro lado de la moneda plantea que se hace necesario, entonces, reconocer otros escenarios

más desde lo informal, que si refleja una movilización juvenil en torno a lo cultural, alrededor

de las estéticas, o que hacen resistencia a una serie de opciones y actores de la guerra y que desde

ahí le están planteando a la sociedad nuevas maneras de hacer y vivir la política, pero que dichas

experiencias y expresiones juveniles no se visibilizan, ni se reconocen como tal en el escenario de

la política.

En ese sentido, algunas afirmaciones que se extractan de las entrevistas nos dicen que “en términos

de lo cultural, hay una alta participación juvenil, parece ser que el escenario de lo cultural es

el que hoy más aglutina, porque es un escenario poco formalizado, no institucionalizado...”

(Sepúlveda). Partiendo de la experiencia y de los diagnósticos que se han realizado en los

últimos tiempos se puede complementar dicha afirmación, “por ejemplo desde el trabajo con

jóvenes de Bello, la Estrella y de Medellín, que quieren ser cooptados institucionalmente, desde

la oferta que se les hace con el Programa Clubes Juveniles, y ellos no quieren hacer parte de

organizaciones tan institucionalizadas”. “La tendencia más fuerte está alrededor de movimientos

informales, no formalizados, eso los mueve más, porque tienen un descreimiento de los poderes,

de las instituciones en general, y ese descreimiento hace que desconfíen”, porque no se sienten

reconocidos, ni escuchados, solo beneficiarios. “Los jóvenes si tienden, al menos los que están

organizados, a querer anudarse alrededor de movimientos no formales, que sean menos estatales,

más de ellos, por ejemplo el movimiento que hay alrededor de la música es impresionante, y

mueven plata y mercado, pero no se dejan cooptar, lo mismo pasa con el movimiento hip hop, los

del movimiento de la no-violencia, los ant-imili, es un movimiento grande, que aglutina alrededor

de más de 50 bandas de rock en Medellín y de otros que quieren estar. Entonces los jóvenes si

quieren participar y ser parte y quieren estar alrededor de movimientos no formalizados, pero

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