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y como hacemos para poder circular por los barrios y por la ciudad y como hacerle resistencia a

unos discursos y a unas mayorías y a unos consensos simbólicos y discursivos, que no quieren que

nuestras voces se oigan y que no quieren ni escuchar ni nuestras músicas, entonces son resistencias

muy distintas (Cañas).

Cabe resaltar dentro del mismo inventario de organizaciones juveniles en Medellín, por ejemplo,

como en la zona centro occidental, donde recientemente se realizó la operación Orión y que estuvo

más de dos años en conflicto armado y enfrentamientos entre las milicias y los paramilitares, se

verifica el más alto número de organizaciones juveniles de la ciudad, 246 organizaciones juveniles

que representan el 24.36% del total de 1.010, y en su mayoría hacen parte del movimiento de Hip

Hop resistiendo a la guerra, vinculadas al movimiento anti-mili y de objeción de conciencia de la

ciudad, que hoy tiene mayor representación y fuerza en esta zona.

Por último, es de vital importancia dejar planteadas algunas tensiones que plantean los expertos(as)

frente al proceso de institucionalización y formalización de algunas expresiones y movimientos

juveniles, donde se debaten entre la importancia del papel jugado por los desarrollos de la

Constitución representados en la Ley de Juventud y en las ofertas y programas que han venido

implementado las organizaciones no gubernamentales y las instancias de carácter público en el

sentido de la promoción de la participación, teniendo en cuenta que es precisamente en las dos

últimas décadas donde en el centro de las políticas de juventud y en las ofertas múltiples y diversas

desarrolladas por las ONGs, ha estado al centro precisamente la promoción de la participación

juvenil.

Para algunos de ellos, hay “una hipótesis que ha circulado de que las instituciones fueron las que

contribuyeron a que se desmembraran o se desarticularan las organizaciones juveniles o a que

los jóvenes se institucionalizaran, se afirma que si, pero en relativo, porque no se puede valorar o

analizar el papel del Estado y de la institucionalidad no estatal, no gubernamental, con los jóvenes

en los últimos 15 - 20 años, que es donde se ha intensificado más, solo desde ese punto de vista.

Ahí se tendría que tener en cuenta los diferentes sentidos e intencionalidades, los métodos y los

procedimientos de intervención juvenil, cual es la diferencia entre esos métodos, los enfoques

desde los que se hace, cual es la comprensión de juventud desde la que parten y en esa medida

que lugar le dan al sujeto joven en cada una de las intervenciones, para poder afirmar entonces

que si hubo una especial influencia de las instituciones hacia las organizaciones juveniles, pero en

función de desarticularlas o desmembrarlas o institucionalizarlas..”(Arias) “Efectivamente hay

unos procesos que si han tendido a institucionalizarse, pero más en el sentido del desarrollo de la

política para que los jóvenes tengan unos instrumentos y otros mecanismos, caso el CMJ..”(Arias),

pero que también -de acuerdo con Diego Ruíz- éste “..ha sido un factor que ha colocado en

situación de asistencialismo a la organización juvenil, limitando sus posibilidades de desarrollo,

una hipótesis que sería importante confrontar y desarrollar, porque ahí hay una crítica particular

a los Clubes Juveniles, muy fuerte”

Y Mónica Sepúlveda afirma que “los escenarios formalizados han dado al traste, porque por lo

menos en Colombia ha sido un fracaso el modelo ICBF, yo creo que en Colombia el ICBF

con el interés de formalizar los grupos juveniles, antes hizo un daño, porque desde la perspectiva

que yo pienso de la animación, los jóvenes no deben ser formalizados, cuando uno formaliza el

movimiento juvenil se lo tira”. “Porque, una de las características del movimiento juvenil es que

no tiene sentido institucional, que el vínculo se construye con el deseo de estar con el otro, pero

cuando eso genera rigideces institucionalizadas, que un horario, que un coordinador, porque

eso es parte de la condición de juventud, es no atarse a nada, es desear no ser responsable y si

responsable, es decir uno es responsable desde el deseo pero no desde la obligatoriedad, entonces

por eso pienso que en la actualidad el movimiento juvenil formalizado tiende a fragmentar mucho

más y a profundizar la crisis de la participación, y hoy yo creo que tenemos que hacerle mayores

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