You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Eulàlia VALLDOSERA<br />
La panxa de la terra. Fragment I, 1990-1991<br />
•<br />
Fotografía en color<br />
• 89 x 131 cm<br />
SF:02<br />
El ombligo del mundo apesta<br />
Fumar es una práctica que nos conecta con el instinto de nutrirnos.<br />
La única acción que el recién nacido realiza de forma instintiva es<br />
succionar. Huele el pecho de la madre, el cual, inducido por la presencia<br />
cercana del bebé, produce leche, que a veces vierte y derrama antes<br />
de que el pequeño llegue a prenderse del pezón. Fumar es, para quien<br />
lleva tiempo con este vicio, una acción compulsiva, mecánica, como<br />
cualquier otra manifestación de instinto. Es, a un mismo tiempo,<br />
una acción que implica pasividad; aunque parezca contradictorio.<br />
Fumar es un acto simbólico. El recién nacido no sólo se nutre de<br />
leche, sino de afectividad a través del contacto corporal con la madre.<br />
Los pulmones envuelven el corazón, y el humo inspirado y retenido<br />
momentáneamente lo calienta. Fumar también nos nutre afectivamente.<br />
Primariamente, instintivamente. A la larga, sin embargo, nos crea una<br />
necesidad más poderosa que este afecto que el humo ha tenido de<br />
calidez pasajera. Quien fuma se rodea de una nube deshilachada, ceniza<br />
volátil. Quien enciende un cigarrillo tras otro consume el tiempo. Actúa<br />
compulsivamente al querer detener el tiempo. Y de la acción sólo queda<br />
la ceniza, la colilla y un aroma.<br />
—Eulàlia Valldosera<br />
71