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Las aventuras de Pinocho
Carlo Collodi
23
Pinocho llora la muerte de la Niña del pelo
azul turquesa y después se encuentra a un
Palomo que lo lleva a la orilla del mar, donde
se tira al agua para salvar a su papá Geppetto.
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Ya sin el peso humillante de ese collar en el cuello, Pinocho
se escapó a través de los campos y no paró ni un minuto
hasta que no llegó al camino principal, que debía conducirlo
a la casita del Hada.
Llegando al camino principal, se giró a mirar la llanura que
había dejado atrás y pudo ver entero el bosque donde desgraciadamente
se había topado al Zorro y al Gato. Entre los árboles
vio cómo se elevaba la cima del Gran Roble, del que lo
habían colgado por el pescuezo, pero aunque miró por todas
partes, ni aquí ni allá pudo encontrar la casa de la Niña del pelo
azul turquesa.
Entonces tuvo un triste presentimiento, y echándose a correr
con todas las fuerzas que le quedaban en las piernas, se encontró
en pocos minutos en el prado que solía alojar a esa casita blanca.
Pero la casita blanca ya no estaba ahí. En su lugar, había una pequeña
piedra de mármol en la que se leían, en letra despegada, estas
dolorosas palabras:
YACE AQUÍ
LA NIÑA DEL PELO AZUL TURQUESA
MUERTA DE DOLOR
POR HABER SIDO ABANDONADA POR SU
HERMANITO PINOCHO
Los dejo a ustedes, amigos, que se imaginen cómo quedó el títere
cuando logró descifrar todas esas palabras. Se cayó de cara
al suelo y cubriendo esa piedra fúnebre con mil besos, dio un largo
suspiro de llanto. Lloró toda la noche y a la mañana siguiente,
al despuntar el día, seguía llorando, aunque en los ojos ya no
le quedaran lágrimas. Y sus gritos y sus lamentos eran tan estridentes
y agudos que todas las colinas alrededor repetían su eco.
Y llorando, decía:
–¡Ay, Hada querida, ¿por qué te moriste?... ¿Por qué en
vez de ti, no me morí yo, que soy tan malo, mientras que tú
eras tan buena?... ¿Y dónde estará mi papá? Ay, Hada querida,
dime dónde puedo encontrarlo, porque quiero estar con
él y no abandonarlo jamás, jamás, jamás... Ay, Hada querida,
dime que no es cierto que estás muerta…. Si de verdad me
quieres… si quieres a tu hermanito, revive… ¡vuelve a estar
viva como antes!... ¿No te da lástima verme tan solo, abandonado
por todos?... Si llegan los asesinos me van a colgar
otra vez de la rama del árbol… y entonces me voy a morir de
verdad. ¿Qué quieres que haga yo solo en este mundo? Ahora
que te perdí a ti y a mi papá, ¿quién me dará de comer? ¿Dónde
voy a dormir por las noches? ¿Quién me va a hacer una
chaqueta nueva? ¡Oh! ¡Sería mejor, cien veces mejor, que yo
también me muriera! ¡Sí, quiero morir! ¡Ih!... !ih!... ¡ih!....
Y en ese estado de desesperación intentó arrancarse el
pelo, pero como su pelo era de madera, no tuvo ni siquiera el
gusto de jalárselo con las manos.
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