Descarga en formato PDF (4 MB) - Centro Ramón Piñeiro para a ...
Descarga en formato PDF (4 MB) - Centro Ramón Piñeiro para a ...
Descarga en formato PDF (4 MB) - Centro Ramón Piñeiro para a ...
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
La ar<strong>en</strong>a rozó el fondo de la coraza del bote. Mant<strong>en</strong>iéndose<br />
firme con una mano, Amergin saltó <strong>en</strong> el agua fría y después empujó<br />
el bote hacia las olas.<br />
Déjame ir contigo, dijo Emer Donn.<br />
El anciano movió la cabeza. Sólo yo puedo hacer esto. Si t<strong>en</strong>go<br />
éxito, tomaremos esta tierra. Si fallo, la tierra misma conspiraría <strong>para</strong><br />
v<strong>en</strong>cernos.<br />
¿Cómo sabré si todo va bi<strong>en</strong>, gritó el guerrero mi<strong>en</strong>tras las olas<br />
llevaban el bote mar ad<strong>en</strong>tro.<br />
¡Todavía estaré vivo! dijo Amergín severam<strong>en</strong>te.<br />
El anciano podía s<strong>en</strong>tir el poder que irradiaban las tres figuras<br />
mi<strong>en</strong>tras él subía por la playa. Sus poderes eran tan pot<strong>en</strong>tes que las<br />
ar<strong>en</strong>as bajo los pies de Amergín l<strong>en</strong>tam<strong>en</strong>te se curvaban y se revolvían<br />
<strong>en</strong> unos diseños ancestrales y el aire sabía metálico, con poder.<br />
Amergín sintió que el pelo de su nuca, sus brazos y su cabeza empezaban<br />
a erizarse y moverse por su propia cu<strong>en</strong>ta, y cuando frotaba la<br />
mano <strong>en</strong> su ropa, una llama azul aparecía <strong>en</strong>tre sus yemas y la ropa.<br />
Sin desear acercarse demasiado, paró e hizo una rever<strong>en</strong>cia a cada una<br />
de las figuras. Me hac<strong>en</strong> un honor con su pres<strong>en</strong>cia, dijo.<br />
Te damos la bi<strong>en</strong>v<strong>en</strong>ida. Las tres figuras hablaron como si fueran<br />
una. Sus voces tan perfectam<strong>en</strong>te emparejadas que a él se le hacía<br />
imposible distinguir una de las otras. ¿Has escuchado nuestra canción,<br />
preguntaron.<br />
Amergín miró hacia la figura c<strong>en</strong>tral, la mujer vestida de oro.<br />
Soy el vi<strong>en</strong>to del mar, soy las olas que <strong>en</strong>vuelv<strong>en</strong> el poderoso océano,<br />
la voz del mar...<br />
Las tres mujeres asintieron. Sí, oíste nuestra llamada. ¡Entonces,<br />
hay g<strong>en</strong>te con poder <strong>en</strong>tre los tuyos!<br />
Hemos sido criados a la manera antigua, dijo Amergín.<br />
¿Honras a la tierra -preguntó, esta vez, la mujer de la derecha<br />
vestida de bronce-.<br />
¿Y respetas las aguas -demandó, a la izquierda, la mujer vestida<br />
de plata-.<br />
Amergín hizo una rever<strong>en</strong>cia otra vez. Honramos la tierra que<br />
nos sosti<strong>en</strong>e; respetamos las aguas que nos dan vida. Nuestros ritua-<br />
248