Olive Senior - PEN International
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PALABRAS ... DESCUBIERTO EN TRADUCCIÓN<br />
artística. Como los surrealistas, queríamos crear una atmósfera de ambivalencia<br />
psíquica, provocar a través de la ambigüedad, el terror sublime, la belleza abyecta.<br />
Nos hundimos en las profundidades de la abyección para crear una obra que fuera<br />
interesante. Sin lugar a dudas, algunos de los surrealistas tenían cuelgues con las<br />
mujeres. Nosotras también teníamos cuelgues con los hombres, pero más que nada,<br />
con nuestras identidades de mujer. Nos dimos cuenta de que de muchas formas<br />
estábamos metidas en un mero juego de invertir los papeles. Por aquel entonces no<br />
entendíamos que a veces se teme al objeto de deseo, que a veces el deseo con su fuerza<br />
ilimitada es como para temerlo. Se nos hizo cada vez más imposible ignorar que<br />
estábamos convirtiendo al miedo en sarcasmo.<br />
Estuvimos todo aquel año tratando de solucionar estas cosas. Mary Jane estuvo<br />
consultando sus cosas con la almohada. Yo desmenucé mi escritura hasta su esencia<br />
más mínima. Solía escribir cuentos antes de conocer a Mary Jane. Cuentos sobre<br />
dulces hombres desastre, toda mi vida giraba alrededor de la búsqueda de historias.<br />
Entonces me cansé de las historias. Había leído tantas. Escrito tantas. Decidí que lo<br />
que me encantaba de la lectura, de la escritura, era la forma en que una frase<br />
encarnaba una verdad insospechada, las constelaciones perfectas de palabras, el<br />
ritmo, el placer complejo del lenguaje. Las historias se volvieron sospechosas, la ilusión<br />
de que había un significado tras todo este caos, una mentira. Quería seguir la lógica<br />
de los sonidos, quería descubrir las afinidades secretas de las palabras, no quería<br />
sacrificar la vida de las palabras con el fin de contar una historia. Desmenucé las<br />
historias en fragmentos. Y los fragmentos en más fragmentos. Quería algo diferente.<br />
Los fragmentos eran tan resistentes.<br />
Palabras. Me fascinaban tanto por su significado como por su música. Me<br />
encantaba la forma en que fluían juntas hacia melodías impredecibles, su pulso, su<br />
sonido como materia, su textura. Me encantaban las palabras en todas las lenguas,<br />
pero sobre todo me encantaban las palabras en español. No quería sacrificar mi propia<br />
lengua materna para adoptar una lengua nueva como hacen algunos extranjeros<br />
cuando se van desnudando de su lengua materna para encajar en una cultura nueva,<br />
sólo para descubrir que no encajan en ninguna de las dos. Era una forma de agarrarme<br />
a mi identidad lingüística. Leía ávidamente en mi propia lengua para mantenerla<br />
a la perfección. Escribía en mi propia lengua mientras aprendía inglés, incluso si no<br />
lo podía compartir con nadie: en general, los ingleses tienden a ser resueltamente<br />
monolingües, un excentricismo vergonzoso, un escándalo.<br />
Me hice adicta al diccionario. Había algo desconcertante cuando buscaba la<br />
traducción de palabras españolas al inglés y viceversa. Había siempre huecos<br />
escurridizos en las traducciones. Había algo que se perdía y algo extra. En ambas<br />
lenguas había palabras sin equivalente. El diccionario daba equivalentes, cuando<br />
en realidad se trataba de aproximaciones pobres. Una palabra quería decir cinco<br />
cosas diferentes en una lengua, pero no quería decir la mitad de esas palabras en<br />
la otra, sino que por el contrario significaba un conjunto de palabras diferentes. Las<br />
palabras se perdían en otras palabras, formando constelaciones que cambiaban<br />
continuamente. Y luego no podía oler del todo a las palabras inglesas, no podía del<br />
todo degustar su sabor, su ambiente emocional. Las palabras españolas siempre<br />
me sonaban mejor. Mi relación con el inglés era diferente. Era aprendida, no me<br />
pertenecía del todo, carecía de la textura de años de experiencia, la textura de un<br />
diccionario altamente subjetivo, aunque me encantaba escuchar a Mary Jane.<br />
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