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a Nagarjuna o a algún otro filósofo budista, la gente protesta. Estos maestros<br />
—dicen— han enseñado las doctrinas que pertenecen al "gran vehículo",<br />
pero no lo han inventado. Este "gran vehículo" ha existido siempre y consiste<br />
en diversas y altas enseñanzas incomprensibles para los espíritus vulgares.<br />
De ahí que, según los lamaístas, el mahayána, lejos de ser espacioso, de<br />
acceso fácil y ampliamente abierto a una gran mayoría, es más bien un<br />
vehículo noble, altamente colocado y sólo accesible para un grupo escogido.<br />
Los místicos lamaístas no consideran que el conjunto de sus Escrituras<br />
canónicas pertenezcan por entero al mahayána. Sitúan en el vehículo inferior<br />
las obras que tratan los preceptos de la moral ordinaria, las reglas de la<br />
disciplina monástica y todo lo que concierne a esta de cerca o de lejos.<br />
La salvación —no cesan de repetir— es un asunto de orden puramente<br />
espiritual: es la posesión del "conocimiento", la liberación (tharpa o tolwa) 124<br />
de la ilusión, y todos esos preceptos y todas las reglas no están dadas más<br />
que a título de entrenamiento preparatorio para templar el espíritu.<br />
Entre los lamaístas no se trata solamente de "dos" vehículos: estos se han<br />
multiplicado. Cada uno de los sistemas filosóficos que colocamos bajo la<br />
etiqueta de mahayána busca afirmar su propia importancia.<br />
Los "vehículos" corrientemente mencionados se reducen sin embargo a<br />
cuatro, a saber:<br />
1. Vehículo inferior (theg men).<br />
2. El vehículo de los rang sangyais, "los budas por sí mismos y para sí<br />
mismos".<br />
3. El vehículo de los changchub semspas.<br />
4. El vehículo supremo {baña méd pa thegpa —que se pronuncia lana).<br />
El vehículo inferior, denominado con más frecuencia vehículo de los<br />
"auditores" (nien theu kyi thegpa), corresponde al hinayána. Conduce al<br />
nirvana, por un camino muy largo, a los espíritus incapaces de percibir las<br />
sutiles doctrinas del mahayána. Además, según los dichos de los tíbetanos,<br />
sus adeptos sólo buscan liberarse personalmente del dolor, sin trabajar por<br />
la salvación de los demás. Su deseo de escapar al sufrimiento y su<br />
indiferencia hacia el sufrimiento de los otros seres hace que sean<br />
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