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INICIACIONES E INICIADOS DEL TIBET ( Alexandra David-Neel )

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—Usted no tiene aspecto de ser un mendigo, swamiji 97 , dije—. Parece usted<br />

un perfecto caballero. Ya sé que un sannyasin debe mendigar para su<br />

subsistencia, pero esta antigua costumbre ya no es seguida por los<br />

miembros respetables de la Orden.<br />

—Soy graduado en una universidad inglesa —contestó el hombre—. Al<br />

regresar a mi país se declaró la peste y murieron mi padre, mi madre y mi<br />

mujer. La desesperación se apoderó de mí; asqueado de todo, pedí que me<br />

ordenaran como sannyasin, y me puse a marchar. . . He llegado aquí .ayer<br />

por la noche.<br />

La historia trágica que el hombre me contaba podía ser verdad. La peste<br />

acababa de producir muchas víctimas, incluso en Benares. Dije:<br />

—¿Qué puede usted hacer con 8 annas? Le daré algunas rupias para sus<br />

primeras necesidades.<br />

—Se lo agradezco —contestó mi interlocutor— pero 8 annas me bastarán<br />

ampliamente por hoy. Mañana no tendré necesidad de ayuda.<br />

Insistí, pero todo fue en vano. Bajé, pues, al jardín y le di la monedita<br />

solicitada. El hombre saludó amablemente y se fue.<br />

Tres días después de este incidente me dirigí a la tumba del célebre asceta<br />

Bashkarananda, que yo solía visitar a veces en recuerdo de ese santo<br />

anciano que me había dado lecciones en mi juventud. Antes de llegar me<br />

encontré con un grupo de gente. A la cabeza marchaba el beneficiario de las<br />

8 annas y, en el rostro de quienes lo seguían, reconocí la expresión de fervor<br />

intenso característico de los discípulos hindúes cuando acompañan a su<br />

maestro.<br />

Mi caballero-sannyasin marchaba con tranquila segundad. El bambú con<br />

triple nudo de muselina rosada, símbolo de la renunciación a los tres<br />

mundos, 98 se erguía alto en su fina mano bronceada, como el cayado de un<br />

pastor triunfante. Me reconoció, sonrió discretamente y, con un gesto casi<br />

imperceptible, inclinó la caña con cintas hacia el grupito de devotos.<br />

Ya ve usted, significaba el gesto, me he convertido en "gurú" y estos bravos<br />

discípulos, cuyo nombre aumentará, se encargarán de mi subsistencia. Sus<br />

8 annas eran más que suficientes.<br />

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