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término y expirar entonces el aire ya aspirado. También hay que hacer el<br />
ejercicio contrario: detener bruscamente la exhalación antes de que llegue a<br />
término y respirar.<br />
Hay que aprender a aspirar el aire muy lentamente y a exhalarlo del mismo<br />
modo, ya sea por la nariz o por la boca, cerrando los labios de modo que no<br />
quede entre ellos más que una abertura del tamaño de la cabeza de un<br />
alfiler. En sentido contrario hay que aspirar con fuerza el aire, introducir<br />
instantáneamente una cantidad considerable en los pulmones y vaciarlos<br />
luego expeliendo el aire violentamente por los agujeros de la nariz. Los que<br />
realizan este ejercicio producen un ruido semejante al de un gran fuelle de<br />
herrería.<br />
Hay muchas más cosas que aprender, como a respirar superficialmente,<br />
"hasta lo profundo de la garganta", como dicen los tibetanos, después hasta<br />
los centros nerviosos que ellos sitúan en medio del pecho, en lo alto del<br />
estómago y, en seguida, "hasta el ombligo". Algunos se ejercitan también<br />
aspirando aire por el recto y haciéndolo marchar de abajo arriba a través de<br />
los intestinos, y entregándose a otras prácticas extrañas, en las cuales los<br />
ejercicios respiratorios se combinan con posturas extravagantes.<br />
EJERCICIOS ESPIRITUALES COTIDIANOS<br />
Ya sea simple novicio, o le hayan sido conferidas algunas iniciaciones, el<br />
discípulo de los maestros místicos tibetanos realiza cada día diferentes<br />
prácticas, según un programa fijado por el lama que ha elegido como guía<br />
espiritual. Sólo aquellos que han alcanzado el fin del sendero jalonado por<br />
las iniciaciones están considerados libres de estas observancias. Esto no<br />
significa que todos los discípulos renuncien a ellas enteramente sino que son<br />
libres para trazar ellos mismos la regla que estiman les conviene, y para<br />
modificarla a su gusto. De hecho la mayoría de los místicos, ya sean<br />
miembros de un monasterio o anacoretas, disponen para su uso personal de<br />
una especie de "empleo del tiempo", donde asignan momentos particulares<br />
del día o de la noche a distintos ejercicios espirituales. Los que han<br />
renunciado a la ayuda de esta disciplina son casi todos solitarios absortos en<br />
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